“Más que por el envoltorio – más o menos original, post-moderno, vanguardista, post-poético, o cómo quiera llamarse – lo que realmente me conmueve y me llega al corazón es que a través de la serie de capítulos que dan forma esta suerte de “zapping” literario, se nos habla de la soledad del ser humano. El resto de elementos más o menos metaliterarios -citas de libros, reproducción de teorías científicas, códigos samuráis y demás – aun comprendiendo su utilidad y que no obedecen a un criterio gratuito por parte del autor – me interesan mucho menos la verdad; me motivan bastante poco.
Son todas historias de seres solitarios que buscan en el arte, en sus hobbys, en sus obsesiones, en sus excentricidades, una forma de huida o de superación cotidiana de semejante estado, algo que hace más digerible el día a día.
Cada uno de los personajes que protagonizan cada una de las historias (breves) que conforman el libro, vienen a demostrar la teoría socio-física-teórica expuesta por Marc en el capítulo nº 18. Marc piensa que la soledad es una propiedad fundamental de los seres humanos superiores, existiendo en la naturaleza dos tipos de partículas: los fermiones y los bosones. Los primeros sólo pueden existir individualmente; no aceptan la compañía de otra partícula similar. Los segundos por el contrario poseen espíritu gregario. Marc, Ernesto, Jota, Steve Road, Sandra, Julio, Josecho, el capitán Willard, Antón (Bacterio), Vartan Oskayan, Harold, Henry J. Darger, los niños que escapan a través de oleoductos o el hombre que vive en el 6º piso, 4ª escalera, bloque P son ejemplos evidentes de vidas fermiónicas.
Estos fermones consiguen encauzar su soledad, haciendo arte a través del reciclaje de elementos cotidianos como latas de gasolina, discos duros, sábanas colgadas de alambres, etc.; o de la formulación de teorías científicas como “La teoría de las Bolas Abiertas y las Bolas cerradas”; o del diseño de construcciones arquitectónicas cómo La Torre de los suicidas, el Museo de la Ruina, la torre de cristal (dedicada a albergar todo lo relacionado con el juego del parchís) , ecosistemas de azotea, el edificio de ocho plantas destinado a albergar 900 cabezas de ganado porcino, etc. ; o de la creación de menús gastronómico-artísticos como los del Steve‘s Restaurant (fotografias Polaroid rebozadas en huevo, cables eléctricos sumergidos en aceite, carpaccio de hojas de obra literaria a la pimienta etc.).
Otros prefieren sin embargo viajar en un coche madera alimentado de madera, emprender una carrera desenfrenada hacia ninguna parte al estilo “Forrest Gump“, contemplar las vallas publicitarias en las que ven representada su propia imagen o volver a escribir “Rayuela” de Cortazar. En todo caso, parece que la creación artística surge siempre de una (dura) experiencia de soledad personal.”
La novela gráfica de Pere Joan, respeta escrupulosamente la estructura de historias entremezcladas, aunque las ordena a su manera, y sigue al píe de la letra el texto de Fernández Mallo. Por ese motivo, las sensaciones que me han trasmitido su lectura son prácticamente las mismas que experimenté cuando leí la obra original. Así que cada palabra de la reseña que escribí sobre Nocilla Experience (Novela) pueden ser perfectamente trasplantadas a la de Nocilla Experience (Novela Gráfica) en el ámbito temático o argumental.
Con respecto al trabajo como ilustrador de Pere Joan pienso que es excepcional ya que de alguna forma consigue hacer mucho más accesible a todo tipo de lectores o públicos un texto original que a algunos podría echar para ago por presuntamente denso, raro o experimental. Nunca he creído que la “Trilogía Nocilla” estuviera ideada para un élite intelectual – de hecho, los tres libros se han vendido bastante – pero si es cierto que el lenguaje del cómic amplia mucho más el abanico de lectores potenciales de la novela original. De alguna forma, nos demuestra que lo que escribió en su momento Fernández Mallo es bastante accesible, no resulta difícil de entender y que es un texto por lo general – salvo alguna excentricidad de última hora – entrañable, en ocasiones divertido, y hasta enternecedor.
De igual modo, el trabajo de Pere Joan viene a demostrar como el cómic puede ser considerado un género literario en toda regla; no un sub-género o algo aparte. La retroalimentación que se produce entre imagen y texto en esta ocasión es sumamente interesante ya que el equilibrio, en ese sentido, es perfecto. Pero esto no es una excepción a la regla ya que sucede con todas las novelas gráficas publicadas e incluso con aquellas que no son consideradas como tal (Superhéroes, Comics de humor o de aventuras, etc).
Así, Nocilla Experience (Novela) adquiere una nueva dimensión, la de cómic escrito sin imágenes y viceversa, Nocilla Experience (Cómic) nos convence como novela y nos trasmite idénticas emociones. Uno no tiene la sensación de estar leyendo una tebeo sino efectivamente una obra literaria de gran calado y sumamente conmovedora.
JOSEPH B MACGREGOR
FICHA DEL LIBRO