Manuel Moya (1966, España) se corona como un exquisito narrador con esta obra. Anteriormente La mano en el fuego, Majarón o La tierra negra dejaron un buen sabor de boca entre lectores y crítica que se ve refrendado por la reconstrucción de los acontecimientos previos al abril portugués. Moya sabe cómo se debe contar la historia. Sabe que son los puntos de vista de la gente sencilla los que marcan el ritmo y ponen en marcha los acontecimientos. Por eso echa mano de cuatro personajes diferentes para trasladarnos a esa época.
El narrador en primera persona es un joven portugués prófugo para no hacer la mili quien viaja a París en busca de nuevos horizontes, sin dejar de mirar ago a su Lisboa querida. Sophia, quien conocemos a poco de suicidarse en la actualidad pero que se presenta como el verdadero eje de la historia, criada en Angola, con el padre mutilado por un actor terrorista allá, pero cada vez más alejada del régimen de Salazar. Fernando es un compañero de su niñez colonial a quien redescubre en Lisboa convertido en un radical izquierdista que viaja de nuevo a África a combatir desde allí. Sophia mientras vuelve a estudiar en París donde contacta con el nuestro narrador.
El cuarto personaje es un inspector de policía, de Andrade, abogado reconvertido en antisubversivo con un historial colonial de espanto, al que el final del régimen le tiene contra las cuerdas.
Moya une, entrelaza y teje con esos cuatro hilos la historia de aquellos años en Portugal, con las conexiones coloniales y parisinas al uso, para crear un mural de lo que allí aconteció.
Una obra densa, calmada y bien construida que deleitará a todo tipo de lector, puesto que incluye buenas dosis de lo que muchos buscan en un libro, una buen argumento, una conmovedora historia, compromiso social e incluso grandes vetas de novela negra e intriga.
Un fiel relato del comienzo de la transición portuguesa que preparó al régimen de Franco para lo que se le avecinaba si tomaba otros derroteros. A buen seguro ese 25 de abril de 74 nos ahorró muchos disgustos a los españoles.
Merecido premio para una gran obra.
Pepe Rodríguez
Manuel Moya Escobar, escritor, traductor y crítico literario, nació en Fuenteheridos (Huelva) en 1960. Se define como un viajero incansable que en la actualidad reside en su pueblo natal y desde donde dinamiza la vida cultural de la comarca serrana, llevando adelante proyectos como la Asociación Literaria Huebra o la revista electrónica de literatura: Hwebra.
Manuel Moya nació en Fuenteheridos (Huelva) en 1960. Su primer libro de poesía La noche extranjera, data de 1994 y el último, Interior con islas (Ed. Pre-textos, Valencia, 2006). Entre medias una docena de publicaciones poéticas y dos antologías: Habitación con islas (1999), traducida íntegramente al francés (Ed.Harmattan, Perís, 2007) y al portugués (Ed. Palabra Ibérica, 2008) y la más reciente Años de servicio (A. L. Huebra, Zafra, 2006). Es autor de la novela La mano en el fuego (Ed. Calima, 2006) y de un par de libros de relatos (Regreso al tigre y La sombra del caimán) que han obtenido una muy buena acogida crítica. Ha sido premiado con G. Celaya, Ciudad de Las Palmas, Ciudad de Córdoba, Leonor o Fray Luis de León… Traducido al italiano, al inglés, al francés, al euskera, al portugués… e incluido en importantes estudios y antologías de la poesía española de los ́90, tanto en su labor de poeta como de narrador. Bajo el heterónimo de Violeta C. Rangel ha editado dos libros: La posesión del humo (Ed. Hiperión, 1997) y Cosecha roja, (Ed. Baile del Sol, Tenerife, 2007) y bajo el de Umar Abass El sueño de Dakhla (Ed. Algaida, Sevilla, 2008). Ha traducido Libro del desasosiego de F. Pessoa (en prensa), así como a otros autores portugueses e italianos. Se ha ocupado críticamente de autores como Bergamín, M. Pizarro, Arcensio o Pérez Infante y co-dirigido el proyecto editorial La biblioteca de la huebra.