Las otras dos partes del libro se centran más en la ciudad, en su historia, sus monumentos y en sus habitantes. Por ella desfilan varios personajes históricos conocidos por todos (Rasputín, Catalina II, Pedro I, etc.) y de modo especial también algunos artistas y escritores (Pushkin, Dowstoyeski, etc.) y también algunos caracteres propios de la Rusia soviética, como los intérpretes o los supuestos o menos supuestos agentes de la KGB. Al final el retrato de la ciudad y su idiosincrasia resulta redondo y cercano, como algo vivido y sentido sinceramente.
Sin embargo creo que pesa demasiado el tono periodístico del libro. Aunque en general los elementos autobiográficos, ficcionales e históricos fluyen con naturalidad a través de un lenguaje a la vez cuidado y asequible, he acabado con la impresión de que la autora recurre excesivamente a textos y documentos de segunda mano, como pueden ser las biografías de los personajes evocados, libros de viajes o incluso diccionarios. Como digo, en general, todos esos elementos se combinan bien, pero muestran más al periodista que al inventor de ficciones. Por eso La aguja dorada me dice que Roig es una buena escritora, pero no me ha podido confirmar que sea una buena novelista.
Una última nota, quizá importante, referida a la advertencia con que Roig presenta el libro. Con ese ‘aviso’ los lectores que consideren la ‘gauche divine‘ como un grupo de intelectuales incoherentes o miopes tendrán una razón más para no leer el libro. Es cierto que éste no pinta un comunismo rosa, pero tampoco creo que les convenza la razón que da la autora para no tratar las miserias del experimento comunista. Uno entiende que Roig puede haberse enamorado de San Petesburgo, pero a veces su experiencia puede sonar a involuntaria aprobación de todo el sistema. Cito parte del ‘aviso’: “Si esperáis leer un libro sobre el paraíso soviético, dejadlo estar, no sigáis. Si buscáis las reflexiones de una intelectual desencantada por las traiciones de la URSS, también. Aquí no se hablará ni de economía ni de avances sociales. Tampoco de gulags y de hospitales psiquiátricos. Los periódicos ya se encargan de eso todos los días”.
José M. Martínez
jmm.parnaso@gmail.com
www.viajeparnaso.blogspot.com
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