Por lo pronto es su presente lo que trastoca dado que la preocupación al ir leyéndolo aumenta continuamente. Oculta de Silvia, su mujer, la llegada del libro y aprovecha el viaje de ella a Nueva York para sumergirse en su lectura.
No resulta grato que una mujer desconocida le cuente a uno su vida, con pelos y señales, éxitos y fracasos, mientras escarba en todos los ámbitos de su existencia, pero a Tomás no le queda más remedio que tragar con ello.
Once días después, sentado esperando en un aeropuerto, nuestro hombre hace balance de ese tiempo cuya promesa hecha de cambiarle el futuro se ha cumplido
Tomas-Valiente escribe dulce, comedido, sereno. Alterna bien la narración con el libro dentro del libro cambiando el estilo cuando releemos los párrafos del mismo, adecuándolo a la misteriosa mujer que lo escribe. Es capaz de mantener la tensión hasta el desenlace, otorgándonos unas dosis de misterio nada despreciables que le dan un regusto clásico e intemporal al conjunto. Se nota el esfuerzo por hacerlo actual, deliberadamente moderno, pero podía estar perfectamente ambientado desde la mitad del siglo pasado en adelante y localizado en cualquier lugar civilizado diferente de Madrid. Esos rasgos lo convierten en una alegoría, un simbolismo, un mito clásico que como el de Orfeo y Eurídice que da comienzo al libro obliga a la destrucción de los amantes para la persistencia del amor, sólo que en este caso la tragedia no asoma por ningún lado aunque sus personajes tengan perfil mitológico.
Un libro honesto, agradable, dulce y ligeramente conmovedor, sosegado y tranquilo que creemos que merece una oportunidad de lectura por parte de todos ustedes.
Pepe Rodríguez
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