Un ardiente verano, es una novela corta, en la que se nos presenta la visión de un muchacho, en el final de la adolescencia, contemplando el mundo de los adultos desde su posición, marginal, pero rozando ya los límites que una vez traspasados, le obligarán a abandonar su ingenuidad y rebeldía.
Bill es el hijo del conde Gerd von Fernow, que ha fracasado en sus estudios ese curso, por lo que al llegar el verano es castigado a pasar el verano bajo el control de su padre y sus obligaciones, mientras el resto de la familia disfruta de sus vacaciones. El chico se da cuenta en ese lapso de que no conoce en absoluto a su padre, figura lejana y en continuo movimiento, a la que ha considerado siempre en la distancia y con el obligado respeto y silencio. Pocas conversaciones mantiene el hijo con el padre; se siente despreciado por su fracaso, por su ingenuidad, por su juventud. El padre, cuya figura describe como elegante, señorial, espléndida, pero a la vez solitaria y misteriosa, se ajusta a un papel ante la sociedad, en este caso la reunión con unos parientes cercanos; pero en la intimidad, es otro hombre. Un hombre solo, abrumado por las obligaciones, y desesperado ante una decisión que ha de tomar.
Así, Bill visualiza de golpe lo terrible de la posición paterna, lo incomprensible, lo distante y diferente de sí mismo. Comprende que la vida a la que se ha de enfrentar no es fácil y no es lo que aparenta. El conflicto entre hombres y mujeres, entre amor y obligación, entre apariencia y realidad, se le va haciendo patente al díscolo joven. La duplicidad social, de la aristocracia a la que pertenece, y el pueblo llano con el que comparte escarceos y juegos, entretenimientos y aventuras nocturnas, cae de golpe como una cortina rasgada. Sueños y esperanzas, instintos y deseos, chocan contra una realidad muy diferente.
Todo ello nos es narrado por el autor con una elegancia y una limpieza extraordinarias. Con pocas pinceladas nos pone constantes toques de color, luz y tono: la explosión de flores en los jardines, el perfume del bosque, el zumbido de los insectos y el vuelo de los murciélagos, la caza de los corzos, los encuentros de Bill con la lozana Margusch en las noches calurosas, la silueta del padre insomne vagando entristecido, las lágrimas de Ellita, el brillo en las miradas.
El breve discurso que el padre, en un momento de expansión, ofrece al hijo sobre cómo afrontar la vida, es toda una declaración de principios: sobre todo, tenemos que saber de antemano qué clase de vida queremos vivir. Y hace una parábola con la construcción de una casa y el estilo que le decidimos dar. Qué ha de ser lo principal y qué lo accesorio. Y por último, hay que saber cuándo la casa está acabada. Esta parece ser una idea recurrente en Keyserling. Como también es habitual su particular manera de describir ambientes y escenarios, recurriendo al incomparable marco campestre, a la naturaleza en toda su potencialidad y magnificencia. Porque, a pesar de todo, la vida se renueva cada año, las estaciones se siguen y todo vuelve a renacer. Me llegaban sonidos y voces. Más allá, tras los matorrales de grosella, alguien reía. La vida volvía al trabajo, alegre y amable; me rodeaba cálida y tierna, y disolvía cuanto me oprimía.
Ariodante
SINOPSIS
Al conde Gerd von Fernow le desespera la conducta de su hijo Bill, un adolescente poco interesado por las rígidas normas sociales de su clase que pasa el tiempo con el servicio y, para colmo, acaba de suspender el bachillerato. Como castigo, su padre le obliga a pasar el verano a su lado, en lugar de irse de vacaciones a la casa familiar.
Pero al permanecer durante ese verano junto a su padre, Bill comienza a darse cuenta de que las cosas no son lo que parecen, y que incluso aquellos que sostienen que uno ha de saber salvar las apariencias son, en el fondo, víctimas de su propio engaño.
Comparado a menudo con escritores como Chéjov y considerado un maestro por Thomas Mann, Eduard von Keyserling entreteje una telaraña de mentiras y comportamientos refinados, pero engañosos.
Título: Un ardiente verano | Autor:Eduard von Keyserling | Editorial: Nocturna | Traducción: Carlos Fortea | Páginas 112 Precio 13,95€
Interesantísima reseña, Ario. A este autor sólo lo conozco de oídas, asimismo mis incursiones en materia de narrativa impresionista han sido escasas (algo de Döblin y de Franz Werfel nada más). Tendré en cuenta la obra reseñada pues, según la caracterizas, parece muy atractiva.
Saludos transoceánicos.