Los amantes tristes – Eugenia Rico

Siempre es un placer saludar a una nueva editorial y celebrar el coraje y la infinita capacidad de locura y maravilla de quienes la promueven. Mientras Steve Jobs anuncia con su sonrisa de tendero carnal las maravillas de su nuevo invento, esa tableta llamada iPad que profetiza el final del reinado del papel a favor del píxel, ediciones Baladí se lanza a la complicada plaza de editar libros en papel, ese material poco respetuoso con el medio ambiente que lleva cientos de años destruyendo flora y siendo, a la vez, el soporte de nuestros pensamientos, nuestra memoria y nuestra cultura. (leer más)


Tengo sobre mi mesa la carta manuscrita que me envía David Vicente, uno de los directores editoriales de ediciones Baladí, para agradecerme el interés y esperar que la lectura de sus libros sea “de mi agrado”. Sonrío imaginándome al mitificado Jorge Herralde o a los oscuros tiburones alados que manejan Planeta en tal actividad y los comparo a mis sueños infantiles de volar como Superman. Los pequeños no están siempre obligados a ser discretos y amables, pero recordar a veces las elementales normas de la cortesía, hacer el esfuerzo de involucrarse personalmente, y con corazón, en lo que se hace es un placer.

‘Los amantes tristes’, una novela que Eugenia Rico publicó en el año 2000, es la primera que han elegido para abrir la colección ‘Caleidoscopias’, un esfuerzo por parte de la editorial novel para publicar relatos o nouvelles que traten acerca de las bajas pasiones, las disfunciones que provocan los celos, los deseos frustrados, la pasión sexual y los sentimientos no correspondidos. El título elegido para ello no puede ser más afortunado. Añadir que la edición es de esas que hace que uno se enamore de un libro instantáneamente y ponga en duda la arrogancia de los fabricantes de silicio y siga apostando billete por el denostado papel: tapas duras, portada elegante y sobria, texto con espacios y letra de tamaño razonable y, lo mejor, ilustraciones de Santiago Sequeiros. Los tan mal vistos santos maltratados por los guardianes de lo arcano son una alegría para los que aprendimos a leer en las ediciones juveniles de Bruguera, o los que idolatramos el cómic y no vamos pidiendo perdón a ningún guardián de las esenciasa por ello.

Me da cierta vergüenza comentar una novela que lleva una década demostrando quién es y lo que vale, pero he de hacerlo. Rico contó entonces una de esas historias que, no me cabe duda, mientras el hombre siga siendo hombre se seguirán contando, sucias y criminales, de boca en boca, volcándose como una ponzoña en los oídos: dos amigos se enamoran de la misma mujer. Qué difícil es ser sencillo y salir vivo de ello. Rico lo consigue.

Ambientada en París, que da más marchamo que Aluches y se puede así ejercitar el francés, Jean Charles y Antonio comparten piso, confidencias, pasiones culturales varias y, sobre todo, una atracción irrefrenable por una mademoiselle de nombre Ofélie que, en principio, cumple con el español y parece que mantiene una extraña y tensa relación con el amigo gabacho. Roman à clef de manual cuyo final no voy a desvelar a riesgo de ser lapidado, el descenso de Jean Charles a los infiernos de la locura y los sanatorios mentales donde los enfermos son tratados más como presos da cuerpo a una obra que ahonda en esos abismos de deseo que se abren cuando no podemos conciliar nuestro instinto depredador animal y la racionalidad que una mala jugada de la evolución vino a darnos para nuestra eterna desgracia.

Las cartas que un enfermo Jean Charles envía a un preocupado Antonio desde su celda de loco incomprendido y solitario muestran la capacidad de Rico para la divagación reflexiva, para la narración de ideas acerca de los límites entre cordura y salud, entre escritura y enfermedad. Podemos decir que Jean Charles es otro de esos malade literarios, un pariente pobre y afrancesado de don Quijote atrapado por la turbulencia de los deseos que le muerden su piadosa alma de genio extravagante. Cómo en tan poco espacio Rico puede manejar tantos niveles de discurso, volverse sentenciosa y frugal a un tiempo, trazar la ruta de cartas llenas de desolación y describir, a golpes de elipsis, una historia pasional tan laberíntica como morbosa, es un misterio. La fugaz figura de Ofélie en escorzo, casi un macguffin cinematográfico de primer nivel que maneja con sus hilos seductores la marioneta de una amistad a prueba de bomba es un hallazgo literario, un recurso difícil de manejar movido aquí con la elegancia de una sombra chinesca ejecutando una danza misteriosa en el interior de una mina de diamantes: la de los misterios que esconden los ojos abiertos de quien te mira con deseo.

Espero que Baladí publique muchos caleidoscopios más. Espero incluso, y temo, que sus editores ya no tengan tiempo para enviar cartas manuscritas, porque esa será la mejor señal del éxito. Quien arriesga con la excelencia, quien quiere nada más enamorar a otro ya sea con una flor o un libro se merecería siempre la mejor de las recompensas. Desgraciadamente nuestro mundo no es así. La gran sonrisa de Jobs con su pastilla informática, la deshumanización de la pasión, los supuestos amigos de Facebook, etcétera, parece que han acabado para siempre con el instinto de la corazonada. Suerte.

Iván Alonso

lenocarney@hotmail.com

RESEÑA DE LA EDITORIAL

Los amantes tristes es la obra con la que Eugenia Rico debutó en el año 2000 y con la que se consagró como uno de los grandes nombres de nuestra literatura.
A través del triángulo que forman Antonio, un joven músico español instalado en París, Jean Charles, un joven excéntrico, y Ofélie, una mujer arrebatadora, la autora ahonda en cuestiones como el amor, la esperanza, la amargura y la soledad.
La novela obtuvo un gran reconocimiento por parte de la crítica y ha sido traducida a varios idiomas. Fue escogida entre las mejores novelas del año 2000 por la revista Leer, El Cultural del diario El Mundo y El Periódico de Catalunya.

Ficha del Libro


Título: Los amantes tristes | Autor: Eugenia Rico | Editorial:Baladí | Páginas 121 | Precio 15,50€