Un hombre que duerme – Georges Perec

Cien millones de sensaciones por segundo. Esa es la capacidad de captación que tiene nuestro sistema nervioso. Si abandonamos toda otra acción y nos concentramos en percibir el mayor número de estas sensaciones, ¿cuántas seríamos capaces de enumerar? Si extendiéramos esa actividad durante meses sin hacer otra cosa que no sea, comer, dormir y pasear, ¿en qué nos convertiríamos? ¿pudiera ser la inacción y la percepción nerviosa la forma más sublime de protesta? ¿puede poner eso por escrito? El hombre que duerme de Georges Perec contiene todas las respuestas. (más)


Intenten buscar una fotografía de Perec en la que no sonría o intente demostrar alegría o jovialidad. Les costará encontrarla, ya que el francés era el típico amigo gracioso que simulaba chocarse con las farolas o pillarse los dedos con la puerta al entrar en el coche.
Pero su filosofía iba más allá, el efectismo y la broma eran sus formas preferidas de captar la atención, y como iba sobrado de ambos se dedicó a escribir sin repetir fórmulas, buscando esa complicidad del lector y su sorpresa al encontrar el truco genial que escondía tras cada uno de ellos.

Uno de los utilizados en este libro es curioso, está contado en segunda persona. No recibe el yo autobiográfico propio de la novela negra tradicional, ni la tercera persona aséptica del narrador omnisciente. Aquí el protagonista eres tú. Pocos libros han sido contados desde esa persona, pero seguro que han leído ustedes menos, quizás uno o ninguno. El efecto es chispeante.

El segundo guiño del francés es el argumento. Tú dejas de estudiar, no te presentas a los exámenes finales, no respondes a los amigos y te dedicas a la vida contemplativa en el sentido más pleno. Es decir, oír, ver, sentir, percibir, palpar, oler, gustar y enumerar todo lo que hay cerca de ti, dentro de ti, incluidos tus sueños. Éxito al principio “eres el dueño anónimo del mundo”, abulia después cuanto te vas al campo a la granja de tus padres y “las tres cuartas partes de tu cuerpo se han refugiado en tu cabeza” y tensión al final cuando descubres que “no has aprendido nada, salvo que la soledad no enseña nada, que la indiferencia no enseña nada, era un engaño, una ilusión fascinante y con trampa”. Con lo cual cierra el truco al reconocer que en sí mismo el libro lo es.

Cuando el bueno de Perec decidió pasar a la gran pantalla el libro, nos esperaba la traca final, el protagonista es un hombre, pero la narradora es una mujer ¿Quién es? ¿Qué sabe sobre ti y por qué? Efectista y logrado como sus otros experimentos literarios que demuestran que basta seguir sus pasos para crear muchos talleres literarios, infinitos ejercicios y fantásticos tesoros de los que su temprana muerte nos privó.

Descubran ese nuevo juego en español que otra vez Impedimenta pone encima de la mesa con la fenomenal traducción de Mercedes Cebrián y … muevan ficha.

RESEÑA OFICIAL DE LA EDITORIAL

Novela cumbre de la «Literatura Bartleby», auténtico símbolo generacional, Un hombre que duerme narra la peripecia de un estudiante que decide no levantarse de la cama el día de sus exámenes de Sociología, abandonar sus estudios, romper toda relación con amigos y parientes, y recluirse en sí mismo y en su chambre de bonne, donde todo es gris. Más tarde se dedicará a deambular incansable por París, a ir al cine, a leer los titulares de los periódicos, pero como lo haría un sonámbulo. Para el estudiante todo forma parte de una vaga estrategia encaminada a alejarse de los deseos materiales, de la ambición y de su dependencia de los objetos, los ambientes, los sonidos y aromas de París, la ciudad que lo ha acogido y que lo acabará fagocitando.

Ficha del Libro

Título: Un hombre que duerme| Autor: Georges Perec | Traducción de Mercedes Cebrián | Editorial: Impedimenta |Precio: 15,60 € | Páginas: 136 |

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