Y son precisamente los puntos de vista una de los virtudes del relato. Conocedor de la máxima de Ortega y Gasset “yo soy yo y mi circunstancia”, el escritor no se limita a contar la forma de actuar de los personajes, sino que rememora toda su vida, incluso a veces, padres y abuelos. Sin conocer todas las circunstancias de ellos jamás comprenderíamos porque actúan del modo que lo hacen. Y así y solo así, podemos tomar la divina decisión de juzgarlos. Por eso el relato tiene una placentera dicotomía entre presente y pasado. Tenemos una mitad en la que la época actual y los sucesos que desencadenan el origen del relato –la existencia de una cartas de Allende que demostrarían su verdadera cara- llevan al personaje con un ritmo frenético de un lado a otro de Chile. Mitad que un tono conversacional, más bien parece que Luisgé Martín nos la estuviera contando a viva voz después de una cena entre amigos. Mitad en la que los rasgos de la novela negra y policíaca con un punto de intriga y suspense nos hacen sujetar la próxima página para avanzar rápidamente hacia el desenlace mientras que entreteje las historias de la otra mitad. Esta otra mitad tiene el sabor y el aroma pausado de las vidas que ya no son, de los seres y las familias que desde el siglo veinte y aún antes vivieron en un Chile muy diferente del actual. Nos ponemos en la piel de ricos empresarios, de trabajadores comunistas sin dientes, de supuestas heroínas viajeras a las que los accidentes han convertido en madres de familia. Y por supuesto, de todas las rencillas, amores, traiciones y muertes que ellos tuvieron. Es ahí donde, con una suavidad exquisita en la elección de palabras y en el estilo, el escritor acaricia nuestros sentidos, relamiéndonos en cada frase y postergando el momento del cambio de página. Todo se une al final y todo tiene un porqué y así el encaje de bolillos queda rematado.
La combinación de ambas mitades nos permite llegar al máximo placer de leer, pues este relato sencillo y humano, nunca demasiado cruel o descarnado nos lleva como los vientos y las mareas de un sitio a otro pero siempre con un destino fijo, el de conocer mejor quienes vivieron en aquella época irrecuperable y el de valorarlos en su justa medida.
RESEÑA OFICIAL DE LA EDITORIAL
Treinta años después del golpe militar de
Pinochet, el escritor Luisgé Martín, narrador y protagonista de la novela, decide acudir a una misteriosa cita donde le serán entregadas unas cartas manuscritas que podrían destruir la imagen de uno de los revolucionarios más singulares del siglo XX: Salvador Allende.Así comienza un viaje por la extraordinaria geografía chilena de la mano de un autor que sueña con la gloria literaria y un taxista taciturno y solitario, para construir una historia sobre los ideales —los propios y los ajenos— y un tratado sobre el engaño, la ambición y la traición y sus consecuencias.
Las manos cortadas es una apasionada novela, una muestra más del depurado talento estilístico de
Luisgé Martín, que desempolva de la memoria sucesos y personajes fascinantes para escudriñar el alma humana y sus más profundas convicciones morales. Un libro revelador y subyugante en varios sentidos: histórico, político y humano, pero sobre todo literario.Ficha del Libro
Título: Las Manos Cortadas |Autor: Luisgé Martín | Editorial: Alfaguara | Páginas: 460 | Precio : 20,50€
Gran novela y buen escritor. Su fraseo es inconfundible, cálido y preciso a un tiempo. Es un relato bien construido y emocionante, Enhorabuena, Luisgé Martín.
El libro lo he devorado en apenas día y medio. Emocionante y vivo, te hace sentir que compartes el viaje por la Panaméricana junto al compañero Osvaldo y a Luis, éste último leyendo aquellas cartas. En varios pasajes y especialmente en la parte final se me han humedecido los ojos. Gracias Luisgé