La escritora Care SANTOS nos enfrenta de nuevo a la vida – “Todo el bien y todo el mal”

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Todo el bien y todo el mal es sin duda una de las novelas más ambiciosas y valientes que ha escrito Care Santos, en la que nos muestra la frágil telaraña de nuestras relaciones familiares y personales, y lo complicado que resulta mirarse al espejo.

«¿Qué sabemos de aquellos que más nos importan? ¿Tememos a nuestros hijos adolescentes? ¿Nos atrevemos a reconocer que en verdad no les conocemos? ¿Somos lo bastante valientes como para atrevernos a saberlo todo de ellos? La protagonista de esta novela sí lo es. En el viaje desde las preguntas a las respuestas, pagará un precio muy alto.»

Care Santos

«—Alberto ha intentado suicidarse esta tarde. —Hostia, Reina. ¿Qué dices? —Mierda, no debería habérselo dicho, mierdamierdamierda, ojalá las palabras que ya se han pronunciado pudieran retirarse, pero no se puede, mierda, no se puede—. Reina, ¿has dicho lo que creo que has dicho?»
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DOSSIER DE PRENSA

FECHA DE PUBLICACIÓN: 23 DE OCTUBRE
PVP 20. 30 euros / 399 páginas

*Todo el bien y todo el mal es la primera parte de una bilogía que continuará con Seguiré tus pasos, que se publicará a mediados de 2019*

Edición en catalán: Columna

No es la primera vez que Care Santos se ocupa con valentía de los problemas y conflictos de la condición femenina en su narrativa. De hecho, con Media vida desgranó magistralmente los cambios sociales y de costumbres de todas aquellas mujeres de la generación de la Transición que tanto lucharon para conquistar su libertad. Ahora la autora de Habitaciones cerradas da un paso más allá y desgrana lo que significa ser mujer en la actualidad, ser una madre y una profesional competente, que no renuncia ni a una cosa ni a la otra, y que está dispuesta a todo por defender aquello que más ama.
En Todo el bien y todo el mal Care Santos se vale de su amplia experiencia en su trato con adolescentes –“propios y ajenos”, como le gusta decir- para presentarnos un retrato de la maternidad actual, veraz y valiente. Una madre dispuesta a todo, al bien y al mal, para proteger a su hijo.LA NOVELA

La verdad es una ilusión que hemos olvidado que lo es.

Friedrich Nietzsche

No hay titubeo, postura corporal o gesto facial que a Reina le pase desapercibido. Ella es una experta en lo suyo. Y lo suyo es detectar las mentiras, medias verdades o contradicciones entre los candidatos a altos puestos ejecutivos de una multinacional. Sin embargo, Reina no lo tiene todo bajo control y hay secretos, puede que muy cercanos, que no es capaz de descubrir.

Reina se encuentra en un hotel de Bucarest muy ocupada, y no precisamente en cuestiones laborales, cuando una llamada telefónica desde Barcelona la desconcierta y la llena de angustia. Su exmarido le informa que su hijo, Alberto, de sólo diecisiete años, ha intentado suicidarse arrojándose a las vías del tren a la salida del cole. Si hay un hombre en el mundo por el que lo daría todo, ese no es precisamente su exmarido, ni su pareja estable desde hace muchos años, ni siquiera su eventual y fugaz amante, ni mucho menos su poderoso jefe de la multinacional farmacéutica para la que trabaja, sino su verdadero y más profundo amor: su hijo Alberto.

Reina lo deja todo en el acto, dispuesta a volver a su lado para ayudarlo, pero una terrible tormenta ártica que azota buena parte de Europa e interrumpe el tráfico aéreo la demora casi 24 horas en la capital de Rumanía. En esas horas y a la distancia, desde el aeropuerto rumano, intentará resolverlo todo, pero no sólo deberá lidiar con las condiciones climáticas y las comunicaciones por distintos dispositivos que la privan de aquello que mejor sabe interpretar para descubrir lo que se le oculta, el lenguaje no verbal; sino que también deberá sortear el acoso de un impenetrable sujeto aspirante al cargo directivo al que ya ha descartado en el proceso de selección que ha dejado a medias. Sin contar, como si fuera poco, con los mensajes de un investigador académico que la persigue desde hace semanas en busca de unas supuestas cartas de una escritora olvidada con la que supuestamente su padre habría mantenido una relación secreta.

¿A qué está dispuesta una madre por proteger a su hijo? ¿Cómo descubrir los secretos a la distancia cuando las verdades se ocultan tras las palabras o incluso en el pasado? ¿Es lícito echar mano a la vez de lo peor y de lo mejor de nosotros mismos para sortear una situación crítica?

De todo ello habla Todo el bien y todo el mal, el regreso a la novela de Care Santos tras llevarse el prestigioso Premio Nadal 2017 por la celebrada Media vida. Una obra electrizante, casi al ritmo del thriller ya que toda la trama se condensa en menos de 24 horas –las horas en que la protagonista queda varada en el aeropuerto de Bucarest a causa de la tormenta siberiana que castiga el viejo continente–, pero que desgrana una conmovedora historia dirigida certeramente al corazón.

Divida en tres partes sabiamente balanceadas: “La bestia del Este”, “La noche más oscura” y “Stunt Woman”, y enmarcada por una suerte de prólogo y epílogo que reúne la comunicación epistolar de un investigador académico en busca de ciertas cartas con la protagonista de la historia, la novela gira en torno a una serie de secretos tan traumáticos como difíciles de gestionar que ponen a prueba la relaciones paterno o, mejor dicho, materno filiales.

A través de diálogos ágiles, un dosificado manejo del tempo narrativo, una tensión creciente y un logrado contrapunto en la introducción de digresiones y recuerdos para recuperar el pasado de los personajes y completar la historia Care Santos logra una verdadera proeza narrativa: la de bucear sin cortapisas ni coartadas en la en los sentimientos y en la psicología de unos personajes tan complejos, conflictivos y contradictorios como el propio lector.

Pero quizá el mayor mérito de la escritora de Mataró sea en esta ocasión la total empatía que conquista en el lector hacia la protagonista de esta historia, la psicóloga Reina Gené, un inolvidable personaje con claroscuros y contradicciones, errores y aciertos, como todos nosotros los tenemos en nuestras vidas. Care Santos consigue que el lector se sitúe sin esfuerzos y sin preconceptos ni prejuicios en los zapatos de su protagonista, para experimentar por sí mismo los dilemas, los conflictos e incluso las situaciones límites a las que se enfrenta una mujer tenaz y de exitosa carrera profesional, que vive plenamente su sexualidad, pero no está dispuesta, ni mucho menos, a renunciar a su maternidad y a todo lo que ello comporta.

Algunos personajes

Reina Gené: Experta en recursos humanos y selección de personal para la multinacional farmacéutica Newzer. Mujer inteligente, tenaz y comprometida que disfruta plenamente de su sexualidad sin complejos e intenta compaginar su exitosa carrera profesional con la maternidad de un hijo adolescente.

Alberto: Hijo de Reina de diecisiete años, chaval responsable y buen estudiante, aficionado al deporte y apasionado por el cine que, de pronto, se muestra introvertido, melancólico y su rendimiento escolar en segundo de bachillerato cae en picado.

Félix: Exmarido de Reina, resentido y sumamente posesivo, en eterna confrontación y competencia con la actual pareja de su exmujer. Está obsesionado por no perder la influencia sobre su hijo Alberto, cuya custodia recae en Reina.

Samuel: Pareja de Reina desde que su hijo era casi un bebé. Buen amante y mejor padre de su hijastro Alberto por derecho propio, aunque suele perder los nervios con facilidad, sobre todo con los desplantes del muchacho y del exmarido de su pareja.

Tomás: Ejecutivo financiero al que Reina conoció antes de divorciarse y al que reencuentra por casualidad muchos años después. Inoportuno y fallido amante de Reina en un momento difícil.

Asunta: Segunda mujer de Félix a la que Alberto e incluso Reina cogen mucho cariño, pero que finalmente acaba divorciándose también de Félix.

Alba: Hermana menor de Asunta, con la que siempre se llevó fatal, que ocupa su lugar junto a Félix.

Ulf Everink: Frío, calculador e inquietante ejecutivo extranjero que se postula a un alto cargo directivo para la multinacional farmacéutica Newzer, cuyo proceso de selección dirige Reina. Ulf intentará extorsionarla en el aeropuerto de Bucarest, tras un objetivo insospechado.

Cristina: Madre de Reina en una residencia geriátrica, cuya memoria le juega malas pasadas regresando una y otra vez a una oscura noche de 1975 en la que perdió a su marido.

José Gené: Tendero del barrio de Gràcia y padre de Reina que murió en el pueblo de Conques en extrañas circunstancias el mismo día que falleció Franco.

Leando Vives: Académico investigador de literatura obsesionado por recuperar el legado de la escritora Ilda Moreu y publicar su correspondencia. Correspondencia que tal vez revele un secreto muy bien guardado de José Gené, el padre de Reina que apenas llegó a conocer.

Esther Parra: Atractiva y atlética mujer de mediana edad y fuerte carácter que dirige la escuela de especialistas de riesgo y dobles de cine a la que asiste Alberto.

Algunos extractos

«Recuerda los programas de la tele que él miraba mientras ella se aburría y comenzaba a formularse preguntas incómodas. Y solo un poco más tarde recuerda sus infidelidades, que ya por aquel entonces eran adulterio, porque era ya una mujer casada, aunque fueran lo mismo de siempre, porque ella nunca ha sido —qué terrible reconocerlo— una mujer fiel por completo a nadie. Nunca.»

«Cuando lo conoció, Reina tenía treinta años recién cumplidos, y en el mundo no hay nada más peligroso que una mujer de treinta años que de pronto descubre que no es feliz pero que podría llegar a serlo si no pierde el penúltimo tren.»

«Ella no sentía que el hijo fuera suyo. Más bien sentía que era ella la que de pronto pertenecía a alguien. Aquella persona pequeña y de color lavanda era el único ser en el mundo a quien nunca podría ser infiel, a quien nunca fallaría, de quien no quería alejarse. Ahora su papel se había redefinido: consistía en permanecer atenta por si alguna otra vez su hijo volvía a necesitar aferrarse a ella.»

«Eran la peor pesadilla de un hijo. Que tus padres siempre sepan dónde estás y a qué ritmo te mueves por la vida. Cuando Reina era pequeña lo temía, fantaseando con que pudiera existir algo tan maléfico. Ahora existía. Pobres generaciones de hijos controlados por satélite.»

«Un segundo más tarde entran dos mensajes como dos tiros de gracia: «¿Y tu parte de culpa? ¿Has pensado que igual no eres tan buena madre como crees?» «No puedes ser siempre el centro del universo Reinita, acéptalo.» «Cuando aprendas a hablar como una persona, llámame.»

«Algo no iba bien y lo sabía. No conseguiría quedarse embarazada. En la consulta el médico les indicaba qué días tenían que mantener relaciones sexuales. Si lo hacían, debían apuntarlo en el calendario. Le hacían caso al pie de la letra, aunque no tuvieran ganas.»

«—Alberto ha intentado suicidarse esta tarde. —Hostia, Reina. ¿Qué dices? —Mierda, no debería habérselo dicho, mierdamierdamierda, ojalá las palabras que ya se han pronunciado pudieran retirarse, pero no se puede, mierda, no se puede—. Reina, ¿has dicho lo que creo que has dicho?»

«—Mañana es primero de marzo —le dice agachándose un poco para que la escuche mejor—, un día muy especial para nosotros, los rumanos. Celebramos la llegada de la primavera, aunque este año hay que reconocer que la climatología no nos ayuda mucho. El uno de marzo simboliza el triunfo de la luz sobre las tinieblas, es decir, del bien sobre el mal, y es tradicional regalar una especie de… —Aquí la chica dacia duda qué palabra escoger—… pin, colgante, broche… bueno, en realidad le llamamos mărțişor, y me gustaría regalarle uno. Espero que nadie se me haya adelantado. Tome.»

«También por eso necesita hablar con Félix. Necesita preguntarle si alguna vez le ha contado a alguien su secreto. No, no. A alguien no. Necesita averiguar si Alberto sabe que José Gené, el abuelo a quien no conoció, se colgó del cuello hasta morir en una viga de una casa de Conques en el mes de julio de 1975.»

«—Sí, perfectamente, nunca he estado mejor —le dijo, levantando la voz—. No hace falta que me llames más para preguntármelo. Te lo digo de una vez y para siempre. Estoy bien, Reina. Para ti siempre voy a estar bien.»

«Así, comenzó a circular la noticia de que don José Gené no había muerto por accidente sino que se había arrojado a propósito desde lo alto de un barranco en cuanto supo que Franco había muerto. No era tan raro, porque todo el mundo conocía la filiación franquista de don José, que se remontaba a los tiempos en que Franco apenas era un general bajito, con ínfulas y la cabeza llena de malas ideas.»

«Reina se desinfla como un pastel mal cocinado. Dice la marca, acepta más disculpas, pone cara de circunstancias y, al fin, recoge sus aparatos y vuelve a su rincón, donde antes de llegar ya ve a Ulf Everink, que le está esperando: traje y chaleco impecables, el pelo como acabado de embadurnar con fijador y la piel morena, curtida por el sol y el salitre. Nada en él indica que son las cuatro menos cuarto de la madrugada. La más difícil de las horas difíciles.»

«¿Se dio cuenta al firmar el contrato de lo que ponía en la cláusula? ¿Es legal? Eso ahora no importa mucho, porque de todos modos no está a tiempo de hacer nada. Está firmado y bien firmado. Cuando Ulf Everink llega con la bandeja de plástico, las dos tacitas de rooibos y unas galletas de chocolate que huelen de maravilla, Reina le espeta, resolutiva como si terminara de despertar: —Dígame de una vez lo que ha venido a decirme.»

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Care Santos (Mataró, 1970) es autora de diez novelas, entre las que destacan Habitaciones cerradas (2011) ― adaptada a la televisión en 2014―, El aire que respiras (2013), Deseo de chocolate (2014, premio Ramon Llull), Diamante azul (2015) y Media vida (Premio Nadal 2017). Su obra ha sido traducida a más de veinte idiomas, incluyendo el inglés, el alemán, el francés, el sueco, el italiano y el holandés. Es colaboradora de El Periódico y de la revista Mujer Hoy.
www.caresantos.com
@CareSantos