El apicultor de Alepo, una historia que contar

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En medio de la guerra, encontró amor.
En medio de la oscuridad, encontró coraje.
En medio de la tragedia, encontró esperanza.
¿Qué encontrarás tú en esta historia?

En Alepo, la vida de Nuri y de su esposa, Afra, transcurría feliz junto a su hijo, Sami. Él era apicultor y dedicaba su vida a las abejas, ella era una artista de gran sensibilidad que vendía sus cuadros en el mercado de la ciudad. Pero cuando sucede lo impensable y la guerra destruye todo lo que aman, tienen que escapar. Mientras huyen a Turquía y luego a Grecia, siguiendo la peligrosa estela de tantos otros refugiados sirios, Nuri evoca sus recuerdos más felices para no perder la esperanza en el futuro, uno en el que pueda reencontrarse con el brezo, las abejas y su primo Mustafá, que los espera en Inglaterra.
Comienza a leer EL APICULTOR DE ALEPO
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Christy Lefteri nació en Londres en 1980 de padres grecochipriotas que en 1974 huyeron a Inglaterra durante la invasión turca. Después de licenciarse en Lengua Inglesa y obtener un máster en Escritura Creativa, se ha dedicado a la enseñanza. Su trabajo como voluntaria en un centro de refugiados de Atenas le inspiró para escribir su primera novela, El apicultor de Alepo.
«En el verano de 2016, y de nuevo al año siguiente, trabajé en Atenas como voluntaria en un centro de refugiados. Todos los días llegaban familias enteras perdidas y asustadas. Comprendí que, pese a las barreras del idioma, querían hablar. Regresé a Londres confiando en que lo que había visto y oído desaparecería, pero no fue así, así que decidí escribir esta historia para expresar cómo nos comportamos con las personas que más nos importan tras sufrir una pérdida extrema.
Este libro trata de eso, pero también del amor y de encontrar la luz.»

Christy Lefteri

Cada persona que se ve forzada a huir de su país
tiene una historia que contar.
Cada persona que está dispuesta a escucharla
tiene algo valioso que aprender.

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ENTREVISTA CON LA AUTORA

En la novela hay muchas imágenes poéticas y un contraste muy bonito es el creas entre la oscuridad/noche y la luz/sol. De alguna manera, siempre proyectas la esperanza en tu historia, dentro del dolor siempre hay una luz que te empuja. ¿De dónde nace esta analogía? ¿Las personas que encontraste te transmitían esta esperanza o es algo que crees tú?

Pude ver esa esperanza en la gente. Habían encontrado una manera de sobrevivir, hicieron amistades, tenían sueños sobre el futuro. A menudo imaginaba cómo me habría comportado yo en esa situación, si hubiera sido capaz de encontrar coraje y esperanza en mi propio corazón. Pero también lo vi en mis padres mientras crecía.

También describes muy bien cómo se diferencian el silencio de Siria (“anunciaba peligro, una bomba, sonido de disparos”; “un silencio cargado de desconcierto y locura”) y el silencio de cuando Nuri y Afra llegan a Inglaterra, que es sinónimo de paz. Es increíble cómo se puede dar un valor distinto al silencio (y a las cosas en general) en base a tu propia vida. ¿Cómo llegas a reflexionar sobre el silencio?

Porque pude entender ya desde pequeña que el silencio significaba algo diferente para mi padre, que tal vez estaba lleno de peligros y recuerdos, aunque no podía estar segura. Era algo que imaginaba. Después de que escribiera El apicultor de Alepo, me dijo que hace cuarenta años pensaba en la guerra todo el tiempo, incluso ahora no pasa una semana sin que piense en ello. Creo que siempre tuve esa sensación.