PIÉRDETE… CONMIGO, de Anna Garcia

Hoy en librerías.

«Hay viajes increíbles que te cambian por dentro… Una historia fresca y dulce que confirma que lo importante no es dónde te pierdes, sino con quién.» Isabel Keats.


PIÉRDETE… CONMIGO
Anna Garcia

Degustar un Mai Tai al borde de la playa desde una hamaca de tu villa privada.

Atragantarte con un chupito de algo desconocido en la barra del bar más destartalado.

Viajar con lujosas maletas Louis Vuitton o cargando con una enorme mochila llena de parches.

Los viajes de Emma y los de Finn son completamente opuestos, pero los dos triunfan con sus programas de viajes en la misma cadena de TV. Una, viviendo a todo trapo, el otro, buscando los rincones más desconocidos. No pueden ser más opuestos, y difícilmente van a coincidir, aunque estén en la misma ciudad grabando. Salvo que el destino, y las audiencias, decidan otra cosa.

A algún directivo con un extraño sentido del humor se le ocurre proponerles que trabajen juntos en un mismo programa.

¿Un greñas mochilero en el restaurante del chef más reputado de Francia rodeado de clientes trajeados?

¿Una exquisita mujer luciendo sus Manolos en la barra de un sucio garito lleno de sorprendidos y ruidosos clientes en chanclas?

Solo pueden saltar chispas…

LA AUTORA

«Me llamo Anna Garcia y nací el 28 de marzo de 1979 en Barcelona. Soy una adicta a los libros desde que tengo uso de razón. De pequeña, leía todo lo que caía en mis manos, sin discriminar, ya fuera un libro, la etiqueta de los botes de champú o las cajas de los cereales. Y siempre me gustó escribir. De hecho, en el colegio, incluso gané algún premio. Estoy casada con el amor de mi vida y tengo tres hijos: unos mellizos de once años y otro de cuatro patas y con algo más de pelo.

»Estudié Turismo porque adoro viajar, aunque pronto vi que dedicarme a ello no era demasiado compatible con tener una vida familiar, y empecé a trabajar de comercial. Durante catorce años estuve colgada al teléfono y pegada a una pantalla de ordenador, intentando lidiar con el estrés, hasta que un día me cansé y me lie la manta a la cabeza.

»Decidí intentar ser feliz haciendo lo que me gusta: escribir y, además, poder hacerme cargo de mi familia. Y aquí estoy, viviendo con mucho menos, pero siendo infinitamente más feliz.»