Un fuego azul, de Pedro Feijoo

La novela negra está de moda. Solo tenemos que ver los escaparates de cualquier librería para darnos cuenta. Si nos fijamos bien, en la mayoría de las portadas de esas novelas veremos nombres con infinidad de diéresis e imposibles de pronunciar, porque los nórdicos se están proclamando como los mejores autores de este género. Pero sin desmerecer a Stieg Larsson, Maj Sjöwall o Camilla Läckberg, por poner algunos ejemplos, debemos mirarnos el ombligo porque tenemos grandes autores de novela policíaca en nuestro país.

Pedro Feijoo es uno de los mejores ejemplos de ello. Este licenciado en filología gallega, con más de cinco libros a sus espaldas, cuyo primer título “Los hijos del mar” fue finalista del prestigioso Premio Xerais de novela 2011 cuenta ya con la experiencia de los más grandes.

En “Un fuego azul” nos encontramos con una trama que en primer lugar nos puede parecer una de tantas, donde un despiadado asesino se ensaña con sus víctimas en una violencia extrema, victimas ancianas, haciendo sus crímenes más repulsivos aún. Pero que a medida que devoramos capítulos nos vamos sorprendiendo con una nueva vuelta de tuerca, haciéndonos olvidar nuestras ideas preconcebidas al pasar a la siguiente página.

Narrado de forma muy cinematográfica hace que sea una novela muy visual, recordándome la descripción de algunos escenarios de los crímenes a películas como “Seven” de David Fincher, que no por su crudeza resultan incómodos de leer ni desagradables.

Otra cosa que me ha sorprendido gratamente de este libro es que Feijoo no nos cuenta la historia de forma lineal, sino que realiza saltos en el tiempo para ponernos en antecedes, no solo para conocer el pasado de sus protagonistas, sino para crear esa atmósfera de incertidumbre haciendo que nos preguntemos cuál será el siguiente paso de nuestra brigada de policía encargada del caso, haciendo caer al lector en el error de que va por delante de estos investigadores.

Cabe destacar que la narración es en presente y en la primera persona del inspector Mateo de la Brigada de Investigación Criminal de Vigo. Alejándonos del tópico policía que ya está de vuelta de todo y utiliza su sarcasmo para ocultar su propia miseria personal; “súpergenio” de la deducción a lo Sherlock Holmes, aquí no, aquí tenemos a un hombre normal y corriente que intenta realizar su trabajo lo mejor posible en el que solo se entrevé su soledad provocada por el oficio al que se dedica. Rodeado de un equipo igual de normal que él, resultando a veces algo planos, pero que tengo la esperanza de que sigamos ahondando más en su personalidades en futuras entregas, si es que el autor tiene pensada una saga. Los “malos” por el contrario resultan más tridimensionales e interesantes.

Novela de las que crean afición al género, fácil de leer gracias a sus breves capítulos y que no podrás dejar hasta que no llegues a su sorprendente final.

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