La versión extranjera de Florencia del Campo: La definición pura de «extranjeridad»

Tras leer La versión extranjera me quedó una desazón interior profunda (acaso ¿no es eso lo que debe hacer la literatura). Algo que no sabía enlazar, conectar y que atravesaba mi carne y mis huesos, mi infancia y mi presente, que llenaba de esquirlas mi corazón y de coágulos mi cerebro. Y ante eso, inaprensible para mí, decidí acudir a las fuentes, a preguntar a la autora, a Florencia  del Campo por ello. 

Sus respuestas francas y directas como un tiro en la sien me hicieron comprender todo, si es que eso es posible, y son tan perfectas que me siento indigno de comentarlas más allá de la mera transcripción y del hecho de destacar antes de cada una algunas frases que considero esenciales.

Disfruten y sufran La versión extranjera, merece la pena, sea cual sea su propia extranjeridad.

No hay escapatoria de la familia. Aunque sea desde la ausencia, la familia siempre está presente

En la infancia la familia es el universo más presente en todo ser humano (insisto, aun cuando haya ausencia).

Lo bueno también puede desarrollarse en la familia, claro, pero en esta novela cuesta encontrarlo

·¿Todo lo bueno y lo malo puede desarrollarse con la familia como único universo?

Yo no sé si la familia es el único universo posible, pero sí creo que es uno siempre presente. No hay escapatoria de la familia. Aunque sea desde la ausencia, la familia siempre está presente. Como decir que no hay padre más presente que un padre ausente. Sería algo así. En esta novela a mí me interesaba meter el dedo en la llaga que deja la familia (siempre hace llaga y la deja). Una llaga pensada como herida originaria. Eso que se quiebra en un momento, que es un suceso muy vinculado a lo familiar porque sucede en la infancia, y en la infancia la familia es el universo más presente en todo ser humano (insisto, aun cuando haya ausencia). Vivimos toda la vida con la cicatriz de esa herida originaria y de las demás que van sucediendo. Lo bueno también puede desarrollarse en la familia, claro, pero en esta novela cuesta encontrarlo. Quizá ciertos gestos maternales de amor, que no por ser maternales son necesariamente gestos de la madre para con la hija (la narradora), sino que hasta puede ser al revés. 

No importa cuántas veces ensayemos un relato, nunca van a ser idénticos (verdad inalcanzable)

Me interesa reflexionar sobre el lenguaje cuando ya no puede decir, cuando lo indecible, cuando no es un problema de idiomas o lenguas, cuando, como dice Pizarnik, “la lengua natal castra”.

¿Cuál es la razón de contar dos veces la historia, una exterior y más sugerida y otra interior y por tanto más basada en los recuerdos y los secretos?

Conté dos veces la historia porque decidí parar en la segunda. Quiero decir: se podría contar incluso tres o cuatro veces. O las que sean. Fue poner a través de la forma (novela dividida en dos partes que cuentan la misma historia) la idea de que no importa cuántas veces ensayemos un relato, nunca van a ser idénticos (verdad inalcanzable) y nunca van a ser absolutos ni liberadores: siempre, todo relato, se va a topar con un muro, va a llegar a una región de lo indecible. Es el fracaso. Entonces se intenta otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra vez… El muro está hecho, sobre todo, de lenguaje. Es paradójico, se supone que el lenguaje es el que permite decir. Pero a mí me interesa reflexionar sobre el lenguaje cuando ya no puede decir, cuando lo indecible, cuando no es un problema de idiomas o lenguas, cuando, como dice Pizarnik, “la lengua natal castra”. Ahí hay algo. 

La primera parte o versión es más exterior porque es un diario y narra el día a día del viaje que hace la protagonista a Estados Unidos, donde se reencuentra con su familia. La otra es más interior porque si bien cuenta lo mismo, lo hace ya no desde la forma de un diario sino desde un monólogo interior y quizá desde las vísceras y no tanto desde los ojos. En ambas está la memoria y la lengua operando (para castrar).

La narradora, quiere llegar a una verdad y avanza por un camino sin luz para alcanzar eso

No hay verdad, ese es el punto. Solo hay versiones.

Las brumas también son el resultado de esa confusión entre memoria y vida

Las sombras sobrevuelan toda la novela, no se muestran, están amordazadas como la protagonista ¿por qué es una historia cubierta de brumas?

Es una historia cubierta de brumas porque ella, la narradora, quiere llegar a una verdad y avanza por un camino sin luz para alcanzar eso. No hay verdad, ese es el punto. Solo hay versiones. La suya, la de su hermano, la de su madre (que no conocemos del todo, solo sabemos la suya, y hasta ahí nomás, apenas, solo lo que ella misma sabe, que no es todo). Las brumas también son el resultado de esa confusión entre memoria y vida (¿qué recuerdos coinciden con la vivencia, cómo saberlo?). Y por supuesto, el colmo de la bruma es que si se piensa que diciendo se va a despejar un poco el ambiente y va a haber más visibilidad, pues no, diciendo no se abre la atmósfera, se sigue a tientas. Todo es un tanteo. Aquí no hay certezas.

Extranjeridad: Es el resultado de todas estas cosas: de la lengua (hasta de la materna); de la familia (ser extranjera dentro de la propia familia); de los recuerdos, desde luego, porque como dije antes, la memoria hace trampa; del tiempo.

Hay diferentes versiones extranjeras, la familia, la lengua, los recuerdos, el paso de los años ¿Con cuál te quedas?

Con todas. La extranjeridad, al final, es el resultado de todas esas cosas: de la lengua (hasta de la materna); de la familia (ser extranjera dentro de la propia familia); de los recuerdos, desde luego, porque como dije antes, la memoria hace trampa; del tiempo. El tiempo: otro elemento clave en esta novela. Hay un permanente juego con el tiempo, se altera: el presente puede que ya haya pasado y el pasado quizá está en el presente también. Hay indicios muy escondidos a través de los cuales intento decirle al lector que no se fíe, que eso que parece un diario y se escribe día a día, puede que no esté pasando ahora, que no sea un presente continuo (por ejemplo, cuando al final del día 1 la narradora dice algo así como que todavía no sabe que llegar es volver. ¿Cómo sabe lo que todavía no sabe? Es decir, ¿cómo sabe lo que sabrá? Eso es imposible excepto que se esté narrando desde el futuro, digamos. Este juego está permanentemente). 

Todo está puesto en el límite de lo normal. Pero no es anormal. Eso es lo aterrador.

Quiero dejarle al lector la inquietud y la incomodidad suficientes como para cuestionar cosas de la condición humana

El estilo es muy peculiar, la construcción de las frases incluso la forma de llamar a los familiares: madre, hermano.. ¿Es necesario para ti coordinar forma y fondo de esta manera para mover o remover al lector? Si es así ¿qué te gustaría dejarle a quien la leyera?

 Sí, para mí es absolutamente necesario trabajar con la forma. Contar desde la forma. Luego se articula con el fondo, claro. Pero no me interesa escribir sin experimentar en este terreno. Todo está puesto en el límite de lo normal. Pero no es anormal. Eso es lo aterrador. Madre y hermano no tienen nombre porque sus roles familiares están operando permanentemente. La hermana, que es la narradora, no puede verlos como personas por fuera de ella, de su universo propio, y del universo familiar. En ese sentido, ella es absolutamente autorreferencial. Y esto es lo que la deja atrapada en la familia, que dicho sea de paso, es una familia ausente que vive al otro lado del océano. 

Yo quiero dejarle al lector la inquietud y la incomodidad suficientes como para cuestionar cosas de la condición humana. Para pensar la extranjeridad constitutiva de cualquier persona, no importa que no sea extranjera de territorio. Dejarle una literatura que cuestione e inquiete, que ponga un espejo aunque no haya coincidencias entre esta trama y la biografía de quien lee. Me parece que ahí puede estar la victoria de los relatos.