El abrazo del monstruo de Félix J. Palma – Reseña

Como bien saben los lectores de su ‘trilogía victoriana’, Félix J. Palma tiene una innegable habilidad para combinar distintos elementos del imaginario popular con resultados sorprendentes. Puede mezclar los viajes en el tiempo con Jack el Destripador, o las invasiones extraterrestres con una criatura oculta en el hielo polar, remitiéndonos a la obra de Wells, personaje de la trilogía, o a películas como ‘Los pasajeros del tiempo’ de Nicholas Meyer y ‘La cosa’ de John Carpenter, pero también a los comics de Alan Moore y Eddie Campbell o a la novela ‘Las puertas de Anubis’ de Tim Powers, una de las obras fundacionales del steampunk, ese subgénero caracterizado por trasladar la ficción científica a la época de la revolución industrial, y del que Palma se ha convertido en un conspicuo representante.

Así las cosas, al lector de ‘El abrazo del monstruo’ le asaltará la duda, después de los primeros capítulos, de saber si se encuentra ante un thriller de dimensiones humanas o ante un texto con soporte fantástico en el que colisionan el mundo real y el de la ficción. Y Palma va a jugar con eso.

Como pretende jugar el Monstruo, icónico representante del mal a lo Stephen King, con Diego Arce, autor de renombre y protagonista de la novela. En realidad, su único éxito, ‘Sangre y ámbar’, fue una forma de exorcizar ciertos fantasmas de la infancia que venían persiguiéndolo hasta que logró encerrarlos en el texto. Lo malo es que una noche, al regresar a casa con su mujer, descubre que su hija ha desaparecido, que el manuscrito de la obra muestra un agujero sanguinolento, y que, siguiendo las pautas de su novela y el comportamiento de su personaje, un cirujano psicópata, se le exige la realización de tres pruebas para recuperar a su hija.

Expectantes unos, suspicaces otros, pero intrigados todos, los lectores de ‘El abrazo del monstruo’ verán entrar en acción a un inspector de policía amigo de la pareja con su variopinto equipo, seguirán el acoso a posibles sospechosos detectados entre familiares, conocidos o antiguos alumnos de Arce, y podrán juzgar las debilidades de uno y otros conforme la narración vaya iluminando sus zonas de penumbra. Palma intercala con acierto los recuerdos del protagonista, entre los que este busca la explicación a su situación, y capítulos de ‘Sangre y ámbar’ que, situados en la Barcelona modernista de principios del siglo XX, vuelven a mostrar la habilidad del autor andaluz para la ambientación de época.

Ambas novelas, la real y la de ficción, entran en un juego especular que potencia imágenes como la del público morbosamente atento al posible fracaso en las pruebas. Pero la real, la que tiene el lector en sus manos, también insinúa la existencia de paralelismos entre el texto continente y el contenido. En cierto momento de la narración Arce se queja del uso de lugares comunes por parte de uno de sus alumnos, que se defiende apelando a su uso irónico. Esa misma justificación debería servirle al lector para interpretar la abundancia de expresiones trilladas o la inclusión de escenas previsibles en el texto de Palma. Una intención paródica que vendrían a sustentar las divertidas descripciones dickensianas de algunos personajes, la comicidad de ciertas situaciones o las inesperadas intervenciones del narrador.

En definitiva, aunque el secuestro de un vástago y posterior exigencia de acciones extremas se esté convirtiendo en un recurso muy socorrido (véanse algunas obras de Gómez-Jurado), la metáfora del monstruo interior está aquí perfectamente administrada, y el poder liberador de la palabra nueva y plenamente certificado.

 

Reseñado por Rafael Martín