Reseña de Flores desde el infierno de Ilaria Tuti

La novela negra, el thriller sigue de enhorabuena con la llegada de nuevos autores que se añaden a la terna europea y americana de grandes escritores. Italia se suma a este tren de la novela policial de la mano de Ilaria Tuti y su Flores desde el infierno.

La italiana ha construido una obra que se desarrolla en distintas  líneas temporales, donde la  actualidad  se entrelaza con el año 1978.
La ambientación se sitúa en la montaña de Traveni, donde se nos presenta una  antigua escuela decadente junto al lago en un bosque lleno de niebla y bruma que le  confiere un aspecto misterioso . Un  grupo de niños que viven cerca y que siempre están juntos será clave en la investigación .

En la actualidad una comisaría tenaz y brusca recibe la colaboración de un joven inspector que no parece encajar en el equipo policial.  Nada  de lo que hace parece satisfacerla. Toda la fuerza de esa mujer dirigiendo a su equipo se transforma en fragilidad al quedarse sola. No puede permitirse ni un momento de debilidad. El momento personal que atraviesa dificultará su trabajo.

La cerrazón de esa comunidad de la montaña supondrá un obstáculo para el avance de la investigación ¿Qué secretos escondía aquella escuela y qué relación puede tener con lo que deben investigar en la actualidad?

El marco de circunstancias es extraordinario: las  montañas, la niebla, las brumas… el paisaje de naturaleza salvaje supone un desafío añadido, convirtiéndose en parte integrante de la novela,  parece otro protagonista imprescindible.

La seguridad que tiene la comisaría en su experiencia y fuerza  se ve  debilitada por el miedo a no poder terminar su propio trabajo para resolver un caso en el que va olvidando detalles. Su mente está empezando a mostrar signos de enfermedad. Su desafío se acelera con la urgencia en la resolución de los casos ya que percibe que su tiempo se acaba.  Esta inmediatez en la búsqueda de soluciones envuelve al lector y le atrapa. La intriga se mantendrá hasta el final.

Un thriller con estos mimbres merece la pena leerse.

Por Pilar Díaz