Jewish Gangsta, de Karim Madani

 

Nueva York, finales de los ochenta. Mientras Manhattan dispara sus destellos de neón y la era yuppie de culto al dinero está en su máximo apogeo, la ciudad oculta una cara mucho más siniestra. En Queens, en el Bronx, incluso en Brooklyn, la realidad se parece demasiado a la letra de «The message», el famoso tema hip hop de Grandmaster Flash que habla de «ratas en la puerta, cucarachas en la habitación y yonquis en los callejones con un bate de béisbol». La calle es peligrosa: si sales, puedes recibir un disparo, te pueden atracar, puedes verte envuelto en una pelea, alguien querrá aprovecharse de ti. En este entorno deprimido, sin embargo, crecen chicos con grandes metas: escapar, triunfar, llevar una vida de opulencia.

Esta es la historia de un grupo de adolescentes de origen judío aficionados al hip hop, al metal y a las películas de sangre y vísceras que harán todo lo posible por huir del barrio y su ambiente de delincuencia, depresión y precariedad por medio de la música. Como judíos y blancos que son, no encajan en el entorno que les ha tocado vivir, en unas calles controladas por las pandillas portorriqueñas y jamaicanas, una mafia de baja estofa que controla el tráfico de droga y la prostitución. Aún así, se harán un hueco en las pandillas, se ofrecerán para mover droga, se harán con armas y aprenderán que se puede ser un gánster auténtico mientras se aprenden los fundamentos de la cultura del hip hop, que podrían significar la clave del éxito y nuevas cotas de riqueza, esta vez legal.

Jewish Gangsta es la versión literaria, en la tradición del mejor periodismo al estilo americano, de una historia real: la de un grupo de muchachos desclasados –ILL BILL, Necro y demás– cuyas vidas, que parten de un infierno de robos, droga y explotación, terminarán por confluir y dar forma al discurso crudo, violento y sombrío de la banda Non Phixion, un referente del hip hop autodidacta y blanco, toda una anomalía –pura «basura blanca»– en un circuito dominado por los raperos negros. Todo lo que cuenta Karim Madani es verdad: así era vivir –o sobrevivir– en el turbulento Nueva York de los años previos a la alcaldía de Rudolph Giuliani.

 

«Karim Madani se adentra en el género del periodismo narrativo y da con un documental que fascinará a cualquier aficionado a la cultura urbana. Una impresión de Nueva York en una época no demasiado lejana y a dos tintas, con mucho tono oscuro y algunos pequeños puntos blancos.» Nyctalopes.com

«Encuentros violentos, racismo omnipresente, una banda sonora callejera que se convertirá en la música de toda una generación: ingredientes más que conocidos que explican cómo era la relación entre policías y matones en Nueva York en la década de 1980, unos años antes de que Rudy Giuliani se convirtiera en alcalde y pusiera en marcha su política de tolerancia cero.» ROMAIN GONZALEZ, Vice