Los 4 libros vertebrales de la obra de Kazuo Ishiguro

Los restos del día. Anagrama.

Inglaterra, julio de 1956. Stevens, el narrador, durante treinta años ha sido mayordomo de Darlington Hall. Lord Darlington murió hace tres años, y la propiedad pertenece ahora a un norteamericano. Su nuevo patrón le ofrece su auto para que salga de vacaciones. Al aceptar la propuesta, el sirviente viaja a Weymouth para visitar a la señora Benn, antigua ama de llaves de Darlington Hall. Ishiguro despliega una novela de luces y claroscuros, para desvelar una realidad amarga. Casi de manera fortuita, el mayordomo descubre que su antiguo jefe fue un miembro de la clase dirigente inglesa que se dejó seducir por el fascismo y conspiró activamente para conseguir una alianza entre Inglaterra y Alemania.

Nunca me abandones. Anagrama.

Un grupo jovencitos habitan y estudian en el internado de Hailsham. Practican deportes, o tienen clases de arte donde sus profesoras se dedican a estimular su creatividad. Sin mayor contacto con el exterior los pupilos obedecen las sugerencias de Madame, la mujer que se lleva sus trabajos más importantes bajo la promesa de promoverlos en museos o galerías.  Kathy, Ruth y Tommy fueron pupilos en Hailsham y también fueron un triángulo amoroso. Al hacer cuentas sobre su pasado, Kathy K. recuerda cómo ella y sus amigos, sus amantes, descubrieron poco a poco la verdad sobre lo que era su centro de estudios. A partir de un conjunto de microuniversos, el ganador del Nobel de Literatura cuestiona la moral y la buena salud de la sociedad inglesa.

Pálida luz en las colinas. Anagrama.

Después del suicidio de su hija mayor, Etsuko, una japonesa de cincuenta años instalada en Inglaterra, rememora momentos de su vida. Quizá la explicación de esta tragedia familiar se encuentre agazapada en aquel Japón de los años cincuenta que se recuperaba de las heridas de la guerra y del traumatismo de la bomba atómica… En la memoria de Etsuko aparece de forma obsesiva, recurrente la imagen de otra mujer, Sachiko, una amiga y vecina que vivía sola con su hija Mariko. Por medio de la extraña relación entre las tres mujeres, el novelista se cuestiona si el pasado sirve en verdad para exorcizar los demonios del presente.

Cuando fuimos huérfanos. Anagrama.

Inglaterra, años treinta. Christopher Banks se ha convertido en el más célebre detective de Londres. Pero hay un enigma que es incapaz de resolver y del que él mismo es protagonista: cuando era niño y vivía en Shanghái con su familia, sus padres desaparecieron misteriosamente, acaso secuestrados por la mafia china por un asunto relacionado con el tráfico de opio. Él, que creció como un huérfano, tiene recuerdos vagos y contradictorios de lo que realmente sucedió. Pero la ausencia de sus padres, de los que ni siquiera sabe con seguridad si están vivos o muertos, le atormenta. Y por eso viaja desde una Europa convulsa en la que emerge el fascismo y se avecina la guerra de un Shanghái convertido en polvorín en el que se enfrentan los chinos comunistas y el ejército japonés invasor. Ishiguro hace del pasado una obsesión que determina tanto la identidad como el presente.