Rivales dorados de Néstor Perlongher

Néstor

Néstor Perlongher: el alma que nos rompe el otro
José de María Romero Barea

El misticismo de Néstor Perlongher (Avellaneda, Buenos Aires, 1949 – San Pablo 1992), se basa en la estrecha observación del mundo natural y la psicología humana (no en vano, el escritor fue también profesor universitario de antropología social). Los poemas de la antología Rivales dorados (Varasek Ediciones, Buccaneers, 2015. Edición y prólogo de Roberto Echavarren) tienden a trazar una progresión que va de la realidad concreta a un estado elevado de conciencia.

Un poema de Perlongher es típicamente un soufflé de delicias sinestésicas: “Como esa baba que lamosamente fascínase en la raya: de ese campo: de un lado: los poliedros ubuescos: del otro: las liendres polacas”. En deuda con el Baudelaire de “Correspondencias”, el poema “Música de cámara” evoca un paisaje al que nada es propio, salvo una cadena infinita de sustituciones simbolistas. “La perfección es terrible, porque no puede engendrar”, escribió Sylvia Plath. Si el poema es inmortal es porque nunca ha estado vivo, porque siempre ha sido “músicas que como liendres se agazapan tras las axilas de los pobres que condenados a los gases se desnudaban en las cámaras”.

a luz y la oscuridad, el yo y el otro, el sueño y la vigilia, se suceden en los poemas del argentino. “Por espejismos de piel viva / en el tirón de las mucosas / los rasgueos de la uña / elevaban las cantigas / al cielorraso hueco, sublunar”. La serie “Aguas Aéreas”, precedida por una cita de Santa Teresa, es plegaria, pero dicha por el sacerdote de una religión inexistente frente a un dios que tampoco existe: “AGUAS ALUCINADAS / AGUAS AÉREAS / aguas visuales / tacto en el colon húmedo / geyser (o jersey) ístmico”. La mística de Perlongher excluye la inteligencia. En su centro, el vacío y la nada.

ay algo del abrazo escalofriante, llamativo y espléndido de los versos de Mallarmé en el poema “Anochecer de un fauno”: “Los movimientos se llenan de una / lentitud aparatosa, casi de humo, / vuelve moroso al párpado que atisba un aleteo / vértice de las hélices elíseas”. Sus ritmos evocan la música de las esferas, pero a fuerza de sobrenaturales complejidades. Sus sonetos, al igual que los de Poe y Verlaine, transmiten la visión apocalíptica a través de una fría precisión. “¡Oh rivales dorados! / ¡Golosinas de pura dureza muscular! / ¡Terrores nubios!”. El poema que da título a la colección es una meditación sobre la necesidad estar solo: “Siempre hay otro que después nos sigue”. La antítesis entre aislamiento y sociedad genera conflicto: “Siempre hay un alma que nos rompe el otro / Un puñetazo tan profundo que / no nos deja ver nada”.

n la antología Rivales dorados, las imágenes saltan de la página para que el lector las vea por vez primera o el oyente tenga la sensación inmediata de estar asistiendo a algo tangible. Su aparente ingenuidad atrae. Los poemas de esta colección transmiten la combinación de elevada aspiración y humilde diligencia que exige la verdadera poesía. Perlongher sabe quedarse a medio camino. Su sensibilidad única, su voz inolvidable y sus imágenes de claridad incisiva pueden alterar permanentemente nuestras percepciones.

 

 

 

 

Reseñado por José de María Romero Barea

Escrito por Juan Cárdenas

FOTO NÉSTOR PERLONGHER

Néstor Perlongher nació en Avellaneda, provincia de Buenos Aires, la noche de Navidad de 1949. En 1982, terminada su licenciatura en sociología, se fue a vivir a San Pablo, donde ingresó en la maestría de antropología social, en la Universidad de Campinas, de la que en 1985 fue nombrado profesor. Su obra poética publicada comprende seis libros, a partir de Austria Hungría, aparecido en 1980. Publicó asiduamente artículos y ensayos en varias revistas argentinas, preparó la antología bilingüe castellano-portugués Caribe Transplatino, poesía neobarroca cubana y rioplatense, 1991. Entre sus ensayos, destaca La prostitución masculina o El negocio del miché, cuya primera edición en español es de 1993. Murió en San Pablo el 26 de noviembre de 1992.

Ficha técnica

  • Rústica 336 páginas
  • PRECIO: 12 € (papel + ebook)
Tras su muerte en 1992, Néstor Perlongher legó una de las carreras más rotundas de la literatura latinoamericana, no por corta, menos intensa. Es, sin duda, uno de los poetas más sugestivos y vigorosos a partir de los años ochenta del siglo pasado en Argentina y Latinoamérica. El conjunto de sus versos, ensayos, artículos, elabora el pensamiento contundente de un testigo y protagonista ejemplar de su tiempo.
La combinatoria de lo obsceno (“excremento”) con el manierismo afeminado (“el organdí de las mantillas”) es la marca Perlongher, sin olvidarnos del interés el autor por una escritura neobarroca que tiene su origen en Góngora.
Considerada como vehículo del éxtasis, la poesía se emparenta con un ejercicio espiritual capaz de conducir al arrobamiento o con la ingestión de sustancias psicoactivas acompañadas de un saber de la experiencia. Como otras liturgias, en la obra de Pelongher cumple su propio proceso de sanación por encima y a pesar de lo insatisfactorio.

“Hay cierta tendencia a pensar la expresión poética como subjetividad, como expresión del ego. Entonces la poesía queda oscilando entre la sentimentalidad y el narcisismo. Sin embargo, pienso que lo importante de la poesía es esa posibilidad de pasar a un orden de lo alucinante”