La Comedia humana Vol.II de Honoré de Balzac

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Balzac: tantas pasiones vivas
José de María Romero Barea

El narrador del opúsculo “La paz del hogar” busca su lugar en la historia. Honoré de Balzac (Tours, 1799 – París, 1850) nos muestra el sueño de un hombre real incapaz de soñar con alguien que no sea un intruso: “Un círculo de hombres silenciosos rodeaba a los jugadores sentados a la mesa. Se escuchaban a veces algunas palabras (…) pero, mirando aquellos cinco personajes inmóviles, parecía como si no se hablasen más que con los ojos”. La marquesa de Listomére “es una de esas mujeres jóvenes educadas en el espíritu de la Restauración. Tiene principios, guarda las vigilias, comulga y va muy peripuesta al baile, a los Bufos y a la Ópera”. Lo humano, demasiado humano – la cotidianeidad – no escapa al plan demoníaco de Balzac: capturar la esencia de la naturaleza.

Su titánico esfuerzo por humanizar la narrativa se hace sentir aún más en el segundo tomo de su Comedia Humana (Hermida Editores, Colección El Jardín de Epicuro – Ficción, 2015). El autor francés se convierte en reportero de tradiciones, usos y costumbres, un narrador que mezcla acción y reflexión. En una de las novelas de la serie, “Otro estudio de mujer”, la intriga se sostiene a pesar de (o gracias a) lo intrincado de la trama, del encanto de los detalles: “Quizás se charla entonces con más gusto delante de un postre, acompañado de vinos delicados, en ese momento delicioso en que cada uno puede apoyar su codo sobre la mesa y su cabeza sobre la mano”.

La brevedad desnuda de la muerte de la señora de Merret se relaja gracias a los comentarios de su interlocutor sobre la naturaleza del valor y la forma exacta del duelo: “Sus labios de un violeta pálido me parecieron inmóviles cuando me habló (…) confieso que las familias llorosas y las agonías que he podido ver no eran nada al lado de aquella mujer solitaria y silenciosa”. El relato “Una doble familia”, descansa en el simulacro realista que lleva a cabo un narrador caprichoso. Los salones de la burguesía parisina albergan un microcosmos: “Todas las mañanas se desarrollaba una escena que, si hay que creer las maledicencias del mundo, se repite en el seno de más de un matrimonio, originada por determinadas incompatibilidades de carácter, por enfermedades morales y físicas, o por extravagancias que conducen a muchos matrimonios a las desgracias descritas en esta historia”.

En Balzac, la vida ordinaria es una distracción necesaria de la pureza. La ironía de “Memorias de dos recién casadas”, su gusto por los nombres y las fechas, son una forma de pseudo-realismo: “La sociedad, como la Naturaleza, es celosa, y no permite jamás atentar contra sus leyes; no tolera que alteren su economía”. En “La mujer de treinta años”, el manejo de las revelaciones graduales y una elegancia innata hacen que la maestría del relato parezca fruto del descuido: “La condesa de Listomère-Landon era una de aquellas pulcras ancianas de tez pálida, cabellos blancos y sonrisa maliciosa que parecen llevar copete y cubren su cabeza con un tocado, cuya moda se desconoce”.

El arte de Balzac es tardío, consciente de las tradiciones que lo preceden, las que anticipa, las que lo sobrevivirán. El autor francés es su víctima, un soñador que descubre que es soñado por “el espectáculo de tantas pasiones vivas, todas aquellas querellas de amor, aquellas dulces venganzas, aquellos crueles favores, aquellas miradas encendidas”. Se cumple la profecía de Mallarmé de que el mundo está destinado a convertirse en un libro. Se mezclan, con encanto y crueldad, fantasía y realidad, prefigurando “la verdad de las mentiras” que Vargas Llosa deplorará en el siglo XX.

 

 

 

Reseñado por José de María Romero Barea

Escrito por Honoré de Balzac

Balzac

 Escritor francés de novelas clásicas que figura entre las grandes figuras de la literatura universal. Su nombre original era Honoré Balssa y nació en Tours, el 20 de mayo de 1799. Hijo de un campesino convertido en funcionario público, tuvo una infancia infeliz. Obligado por su padre, estudió leyes en París de 1818 a 1821. Sin embargo, decidió dedicarse a la escritura, pese a la oposición paterna. Entre 1822 y 1829 vivió en la más absoluta pobreza, escribiendo teatro trágico y novelas melodramáticas que apenas tuvieron éxito. En 1825 probó fortuna como editor e impresor, pero se vio obligado a abandonar el negocio en 1828 al borde de la bancarrota y endeudado para el resto de su vida. En 1829 escribió la novela Los chuanes, la primera que lleva su nombre, basada en la vida de los campesinos bretones y su papel en la insurrección monárquica de 1799, durante la Revolución Francesa. Aunque en ella se aprecian algunas de las imperfecciones de sus primeros escritos, es su primera novela importante y marca el comienzo de su imparable evolución como escritor. Trabajador infatigable, Balzac produciría cerca de 95 novelas y numerosos relatos cortos, obras de teatro y artículos de prensa en los 20 años siguientes. En 1832 comenzó su correspondencia con una condesa polaca, Eveline Hanska, quien prometió casarse con Balzac tras la muerte de su marido. Éste murió en 1841, pero Eveline y Balzac no se casaron hasta marzo de 1850. Balzac murió el 18 de agosto de 1850. En 1834 concibió la idea de fundir todas sus novelas en una obra única, La comedia humana. Su intención era ofrecer un gran fresco de la sociedad francesa en todos sus aspectos, desde la Revolución hasta su época. En una famosa introducción escrita en 1842 explicaba la filosofía de la obra, en la cual se reflejaban algunos de los puntos de vista de los escritores naturalistas Jean Baptiste de Lamarck y Étienne Geoffroy Saint-Hilaire. Balzac afirmaba que así como los diferentes entornos y la herencia producen diversas especies de animales, las presiones sociales generan diferencias entre los seres humanos. Se propuso de este modo describir cada una de lo que llamaba “especies humanas”. La obra incluiría 150 novelas, divididas en tres grupos principales: Estudios de costumbres, Estudios filosóficos y Estudios analíticos. El primer grupo, que abarca la mayor parte de su obra ya escrita, se subdivide a su vez en seis escenas: privadas, provinciales, parisinas, militares, políticas y campesinas. Las novelas incluyen unos dos mil personajes, los más importantes de los cuales aparecen a lo largo de toda la obra. Balzac logró completar aproximadamente dos tercios de este enorme proyecto. Entre las novelas más conocidas de la serie figuran Papá Goriot (1834), que narra los excesivos sacrificios de un padre con sus ingratas hijas; Eugenia Grandet (1833), donde cuenta la historia de un padre miserable y obsesionado por el dinero que destruye la felicidad de su hija; La prima Bette (1846), un relato sobre la cruel venganza de una vieja celosa y pobre; La búsqueda del absoluto (1834), un apasionante estudio de la monomanía, y Las ilusiones perdidas (1837-1843). El objetivo de Balzac era ofrecer una descripción absolutamente realista de la sociedad francesa, algo fascinante para el autor. Sin embargo, su grandeza reside en la capacidad para trascender la mera representación y dotar a sus novelas de una especie de suprarrealismo. La descripción del entorno es en sus obras casi tan importante como el desarrollo de los personajes. Balzac afirmó en cierta ocasión que “los acontecimientos de la vida pública y privada están íntimamente relacionados con la arquitectura”, y en consecuencia, describe las casas y las habitaciones en las que se mueven sus personajes de tal modo que revelen sus pasiones y deseos. Aunque los personajes de Balzac son perfectamente creíbles y reales, casi todos ellos están poseídos por su propia monomanía. Todos parecen más activos, vivos y desarrollados que sus modelos vivos, siendo esta superación de la vida un rasgo característico de sus personajes. Balzac convierte en sublime la mediocridad de la vida, sacando a la luz las partes más sombrías de la sociedad. Confiere al usurero, la cortesana y el dandi la grandeza de héroes épicos. Otro aspecto del extremado realismo de Balzac es su atención a las prosaicas exigencias de la vida cotidiana. Lejos de llevar vidas idealizadas, sus personajes permanecen obsesivamente atrapados en un mundo materialista de transacciones comerciales y crisis financieras. En la mayoría de los casos este tipo de asuntos constituyen el núcleo de su existencia. Así por ejemplo, la avaricia es uno de sus temas predilectos. Balzac demuestra en sus diálogos un extraordinario dominio del lenguaje, adaptándolo con sorprendente habilidad para retratar una amplia variedad de personajes. Su prosa, aunque excesivamente prolija en ocasiones, posee una riqueza y un dinamismo que la hace irresistible y absorbente. Entre sus numerosas obras destacan, además de las ya citadas, las novelas La piel de zapa (1831), El lirio del valle (1835-1836), César Birotteau (1837), Esplendor y miseria de las cortesanas (1837-1843) y El cura de Tours (1839); los Cuentos libertinos (1832-1837); la obra de teatro Vautrin (1839); y sus célebres Cartas a la extranjera, que recogen la larga correspondencia que mantuvo desde 1832 con Eveline Hanska.

Ficha técnicaHermida Editores

Páginas 710 Precio 27€

Traducción Aurelio Garzón del Camino
Este segundo volumen del ciclo novelístico de La Comedia humana incluye ocho relatos y novelas cortas, pertenecientes a la colección titulada Escenas de la vida privada, agrupados a su vez en los Estudios de las costumbres: La paz del hogar, Estudio de mujer,  Otro estudio de mujer, La Gran Bretèche (Fin de Otro estudio de mujer), Una doble familia, Memorias de dos recién casadas, La mujer de treinta años y La mujer abandonada. La Comedia humana, en la que intervienen hasta dos mil personajes, constituye un ambicioso estudio de las costumbres de la sociedad francesa del Primer Imperio, de la Restauración, tras la caída de Napoleón Bonaparte, y de la Monarquía de Julio. En ella se dan cita todas las pasiones humanas, través de un rico mosaico de relatos y novelas en el que Balzac despliega su portentosas dotes de narrador para desarrollar lo que denominó “dramas de la vida íntima” en entornos y escenarios variados, manteniendo la unidad argumental mediante la reaparición de determinados personajes en distintas novelas. Además de un vasto fresco de la sociedad de la época, en su gran obra Balzac muestra una concepción de la vida basada en la generosidad y los ideales. En las piezas que componen este volumen están presentes los motivos principales de La Comedia humana: el dinero, la codicia, el amor, los celos, las desavenencias conyugales y la hipocresía.