El paraíso perdido de John Milton ilustrado por Pablo Auladell

paraiso

Estamos ante una obra de lujo, por partida doble: porque es un magnífico trabajo de libro ilustrado/comic,  y porque se basa en uno de los clásicos de la literatura del barroco: John Milton. A algunos les podría parecer que este tema se aleja de los intereses lectores actuales, o incluso que es un tema más del ámbito religioso, …nada más lejos de la realidad. Auladell, ilustrador ya reconocido y sólido, se ha atrevido con una maravillosa historia bíblica, pero que, tanto en manos del poeta Milton como con los pinceles de este magnífico artista, resulta de un atractivo inmenso y ¿por qué no? de una actualidad permanente. ¿No es actual el eterno conflicto del Bien y del Mal? ¿No lo son temas como el Libre Albedrío, el Conocimiento como Poder, la Tentación y la Inocencia perdida, la Obediencia y la Traición? Entramos en un mundo mítico.

Auladell aborda las imágenes siguiendo las cuatro partes del Lost Paradise de Milton. El texto, solo el imprescindible: las imágenes ya nos muestran todo lo demás. Primer canto, una parte oscura y terrible, de tintes  góticos: Satán. Partimos de la rebelión y caída del antiguo Lucifer/Luzbel, el gran ángel, líder de las cohortes celestiales. Y la negrura en la que se desploma es terrible, pero en ella descubre que no solo ha caído él, sino otros muchos de sus seguidores yacen en el abismo, en el piélago oscuro y proceloso pleno de sombras y hedor a muerte. Satán invoca a todos los espíritus para que se alcen y le sigan. Astarté, Dagón, Belial, Moloc, Belcebú …y tras formar un nuevo ejército, Satán se dirige a las puertas infernales.

En el segundo canto entramos en El Jardín de las Delicias, coloreado en tonos verdosos, rosados, aunque siempre con el contrapunto de las sombras:  Adán y Eva vagan, inocentes, en un mundo creado para ellos, un paraíso de plácida vida, junto a la exuberancia vegetal y animal, disfrutando todos de una felicidad que solo tiene un límite: el Árbol de la Vida, cuyos frutos no deben probar. Ojos oscuros les siguen en su placentero devenir.

En el tercer canto, el arcángel Rafael narra a los dos humanos Los primeros recuerdos del mundo: cómo ocurrió todo, cómo se creó el mundo, cómo hubo una rebelión y posterior caída,  cómo surgió el hombre y luego la mujer. La batalla entre los ángeles es terrible y violenta, de imágenes impresionantes, contrastando con la dulzura del primer hombre y la primera mujer, y con las miradas escondidas de la serpiente, acechando un momento de debilidad para romper el equilibrio divino. Los tonos pastel y luminosos de las angélicas huestes contrastan y alternan con la ferocidad de los tonos oscuros de los guerreros infernales.

Finalmente, en el canto cuarto, La Espada Flamígera,  se produce la caída y la expulsión del Paraíso. Eva es seducida por la Serpiente satánica, y a su vez seduce a Adán: ambos comen el fruto prohibido, a pesar de que saben que pesa una amenaza contra ellos: la muerte. Pero como inocentes niños, ignoran qué significa morir.  En el Averno sienten un movimiento nuevo, y la respuesta divina es inmediata: el arcángel Miguel muestra su flamígera espada y expulsa a los atormentados inquilinos del paradisíaco jardín, después de recibir la maldición divina: “Con el sudor de tu frente trabajarás y ganarás el pan. Polvo eres y en polvo te convertirás.” La mezcla de color, los trazos con que la pareja humana va cambiando de la ingenuidad a la dolorida conciencia del pecado, muestran una dureza antes ignorada.

Es el inicio de todo: el Bien y el mal, la Luz y la Oscuridad, la Inocencia y la Transgresión. Los ángeles caídos son, a pesar de todo, poderosos. Mantienen sus fuerzas infernales en el Averno. Y saben que si bien no podrán vencer en un ataque frontal contra las Fuerzas Celestiales, pueden hacer mucho mal por medio de unas criaturas inocentes, hechas a imagen y semejanza del Creador: los humanos, que son seres libres. Se les ha puesto un límite para su vida en el Paraíso, una sola regla: abandonar el deseo de conocimiento (y por tanto, de poder) y dejarlo en manos de Dios. Y es en este punto donde Satán decide intervenir, convenciendo a Eva de que el conocimiento les hará poderosos. El árbol de la Ciencia  está cargado de deliciosos frutos, merece la pena transgredir el precepto.  Eva, y más tarde Adán, seducidos por el poder del Conocimiento, traspasan la línea.  La respuesta será terrible, serán expulsados de un mundo idílico y conocerán la cara oscura de la vida: el dolor, el sufrimiento, la muerte. Siguen siendo libres, pero la elección que han tomado les hará morir.

Las imágenes de Auladell, cuyo estilo ya forma un mundo propio, se mueven entre ecos de Chagall, de Matisse, y del propio Picasso de la etapa clásica. Los edificios apenas esbozados recuerdan los del Renacimiento italiano,  el dibujo de las figuras, de trazos firmes y volumétricos, se conjuga muy bien con los fondos, tanto los imprecisos paisajes como las caóticas oscuridades y los ilimitados espacios celestes. Las figuras paradisíacas  muestran, primero una ingenuidad casi infantil, con desnudos castos y movimientos lánguidos, entre el verdor del Jardín edénico. Y posteriormente, tras el pecado, el trazo se vuelve duro y anguloso, las expresiones se agrían, las luces se oscurecen. Sombras de animales se entrecruzan mientras la pareja original recoge frutos, juega, y duerme bajo el arrullo del viento entre los árboles. Juegos de miradas, manos oferentes, cielos neblinosos. Los alados Gabriel, Rafael, les acompañan a ratos, …y mientras tanto, el oscuro poder infernal avanza: las distintas formas que adopta Satán, vidriosas miradas en la negra noche, fuerte deseo hacia la mujer, retorno al Averno. Las fuerzas celestiales, de desvaídos tonos pastel, se congregan en su lucha contra los oscuros rebeldes y la batalla es un derroche de figuras en fuerte contraste, con mucho movimiento y composiciones de gran impacto visual. Los desiguales tamaños de las figuras, según su importancia y fuerza, proporcionan un clima onírico y añaden dramatismo a la acción. Destaca la equiparación ángeles/aves, nariz/pico, alas; los seres alados, sean animales o humanos, son un motivo recurrente en la obra de Auladell, que gusta mucho de introducirlos en sus dibujos e ilustraciones. La fortísima imagen del derrumbe de Satán en torbellino al oscuro pozo del Infierno marca un clímax, de la más clásica tradición, una imagen casi propia de un Turner. Un mundo de luces y sombras, donde el color está siempre atenuado por una leve bruma, un espacio impreciso frente a la rotundidad de las figuras, sobre todo las aladas, pero también los desnudos humanos, de gran belleza y simplicidad.

En suma, un magnífico trabajo del ilustrador alicantino, que añade una obra importante a sus numerosas obras anteriores. Felicitamos a la editorial por  este libro y en general, por su excelente colección Sexto Piso Ilustrado.

John Milton (Londres, 1608–1674) fue un poeta y ensayista inglés, conocido especialmente por su poema épico El paraíso perdido. Políticamente fue una figura importante entre los reclutadores de la Guerra Civil Inglesa, ya que cuando ocupó el puesto de ministro de lenguas extranjeras bajo el mandato de Cromwell era el encargado de responder a los ataques a la república. Sus tratados políticos fueron consultados para la redacción de la Constitución de los Estados Unidos de América.

 

 

 

 

 

 

Reseñado por Ariodante

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Escrito por John Milton ilustrado por Pablo Auladell

John-milton.jpgJohn Milton (Londres, 9 de diciembre de 1608 – ibídem, 8 de noviembre de 1674) fue un poeta y ensayista inglés, conocido especialmente por su poema épico El paraíso perdido (Paradise Lost). Políticamente fue una figura importante entre los reclutadores de la Guerra Civil Inglesa, ya que cuando ocupó el puesto de ministro de lenguas extranjeras bajo el mandato de Cromwell era el encargado de responder a los ataques a la república. Sus tratados políticos fueron consultados para la redacción de la Constitución de los Estados Unidos de América.1Pablo Auladell copy XeraisPablo Auladell (Alicante, 1972) es un reconocido ilustrador español que desarrolla su trabajo en el ámbito editorial. Ganador del Premio Nacional de Cómic Injuve en 2000 y del Segundo Premio a las Mejores Ilustraciones de Libros Infantiles y Juveniles por el libro Peiter, Peter y Peer en 2005, cuenta ya con una larga bibliografía de más de treinta obras, entre libros ilustrados y tebeos. Recientemente ha ilustrado La leyenda del Santo Bebedor (Libros del Zorro Rojo) y La puerta de los pájaros (Impedimenta).

Ficha técnica

Género: Novela gráfica
Páginas: 320
ISBN: 978-84-15601-93-7
Precio: 27.00 €

El Paraíso perdido, la célebre obra maestra de John Milton, es uno de los principales poemas épicos de la literatura universal, en la línea de las dos grandes epopeyas homéricas o La divina comedia. Su autor, John Milton (1608-1674), acaso el último de los grandes poetas barrocos ingleses, compuso un largo poema narrativo en doce cantos o libros (los mismos que tenía la Eneida) cuando ya se había quedado ciego, lo que lo emparentaba todavía más con Homero.Como es bien sabido, la obra pone en juego la historia paralela de una doble caída, la de Satán (a quien la ira divina precipitará a los abismos más alejados del Cielo, a las dolientes profundidades sobre las que el ángel caído reinará por toda la eternidad, herido en su orgullo y tramando una venganza sin fin) y la de Adán y Eva (que se verán expulsados del Paraíso terrenal y arrojados a la mortalidad, a un mundo habitado ya por la ruina, la finitud y el pecado).Así, el ángel rebelde provoca la perdición de la nueva criatura (que habrá de llevar siempre en sí esa doble naturaleza, angélica e infernal) y abre un nuevo tablero de juego para su eterna disputa con Dios.

La adaptación que realiza Pablo Auladell es impresionante en todos los sentidos: tanto por el pulso narrativo que demuestra al verter en viñetas el largo poema de Milton, como en el apartado puramente gráfico (que sabe articular lo evocador, lo grácil, lo grotesco, todos los tonos celestes e infernales de la obra). Auladell sabe honorar el acierto de Milton a la hora de presentar a un Satán que, aunque caído y maldito, en su orgullo y en su rebeldía, no ha perdido la dignidad.