El secreto del pasado de Rudy Kousbroek

41Uw-WJt1rL._    Confieso que he leído este libro con verdadera fruición. Algo que, por desgracia, no es frecuente. Las razones serán varias (y algunas tendrán algo de secreto incluso para mí) pero es tal la capacidad evocadora que el autor extrae de la ‘lectura’ de cada una de las fotografías que ve y analiza; el lenguaje es tan directo e implicador, y el culto a la memoria es tan claro y eficaz que uno, el lector, advierte pronto que su lectura, si bien consciente, también tiene algo de impulso, de dejarse llevar por el contenido de este texto que está enriquecido con esas dos partes esenciales que, en ocasiones, se ha atribuido al libro: tiene ‘santos’ (fotos) y tiene letra (comentario) Y el nexo de unión entre ambos en la fecunda interpretación del autor  -un hombre que conoce por dentro los significados del exilio- estableciendo una relación directa, interiorizada entre sí, constituye un auténtico regalo para los sentidos.

Escribe, por ejemplo, cuando habla en ‘Humo’ del árbol cubierto de hiedra: ¿Se trata de un árbol sagrado que ha muerto al hacerse cargo de una enfermedad humana?”, y cita el caso del árbol sito en las ruinas de la capilla de Walrick, en Overasselt, que “está lleno de tiritas de tela, arrancadas de la ropa de gente enferma. Sus familiares y amigos las cuelgan allí, siguiendo la creencia de que el árbol se hará cargo del mal” Y añade, a modo de razonamiento moral: “Todo esto queda encerrado en el sacrificio, un concepto que en nuestros tiempos prácticamente ya no existe y ya no se comprende (en ausencia de contraprestación) Esto también se aplica al árbol sagrado que se hace cargo de la enfermedad. ¿Por qué lo hace? Se sacrifica, se hace un sacrificio; no por bondad, sino por entregarse al paso del tiempo”.

El título de este capítulo es uno de los muchos capítulos-reflexiones de la memoria de que se compone este libro original, inteligente, reivindicativo de algún modo: algo que ha sido nos afecta de un modo u otro, querámoslo o no. El texto semeja, en el fondo un ejercicio de armonía: reconocer nuestro vínculo con el paisaje, con los otros. Es lo que se recoge también en ‘Ruinas en la jungla’ o ‘Alejamiento’ por citar alguna de estas filosofías de la memoria.

Y es que “a veces es como si la propia inaccesibilidad ya fuera suficiente para provocar el deseo”: de recordar, de amar.

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Reseñado por Ricardo Martínez

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Escrito por Rudy Kousbroek

Rudy Kousbroek nació en 1929 en la isla de Sumatra, hijo de un hacendado holandés, y en 1946 emigró de las Indias Orientales Neerlandesas con su familia, previo paso por Ámsterdam –donde residió cuatro años–. Se estableció por un largo período en París, donde estudió japonés, chino y matemáticas. En los años cincuenta fue un poeta experimental. En los años sesenta comenzó a publicar artículos en periódicos y semanarios holandeses, como corresponsal cultural independiente desde París. En total, Kousbroek pasó casi cincuenta años fuera de los Países Bajos. Aun así, es considerado el ensayista más importante de la literatura neerlandesa de la posguerra. En 1975 ganó el premio P.C. Hooft, la distinción literaria más prestigiosa de los Países Bajos. En su obra, Kousbroek abordó el drama de la descolonización de las Indias Orientales Neerlandesas desde múltiples ángulos. Sobre este tema se destaca su libro Het Oostindisch Kampsyndroom (El síndrome del campo de reclusión en las Indias Orientales), de 1992, considerado su obra capital. En los últimos diez años de su vida, para plasmar esa característica amalgama entre los recuerdos autobiográficos y la reflexión histórica, Rudy Kousbroek encontró un formato ideal y personal, que llamó “fotosíntesis”: una combinación de una fotografía en blanco y negro y de un ensayo breve. Este particular género le valió el premio Jan Hanlo 2005, otro importante premio a la ensayística en lengua neerlandesa. En 2010, año del fallecimiento de Kousbroek, se publicó en un único gran tomo la totalidad de sus “fotosíntesis” con el título Opgespoorde wonderen (Rastreando milagros).

Ficha técnica

310 páginas 16€

Rudy Kousbroek (1929-2010), hasta ahora inédito en castellano, está considerado uno de los más importantes ensayistas holandeses. Cultivó una “literatura del exilio”, como la del palestino Edward Said o la del alejandrino André Aciman. Kousbroek nació en Sumatra en 1929, vivió en las Indias Orientales Neerlandesas y en París, ciudad en la que estudió japonés, chino y matemáticas, entre otras cosas. Desde París, en la década de 1960, comenzó a publicar artículos en la prensa holandesa como corresponsal cultural independiente. Tal como sucedió con Said y Aciman, la experiencia del exilio marcó definitivamente su vida y su obra. En total, pasó casi cincuenta años fuera de los Países Bajos. En 1975, su obra fue galardonada con el premio P.C. Hooft, la distinción literaria más prestigiosa de los Países Bajos. En la década de 1950, como poeta experimental, Kousbroek era lúdico e ingenioso. Como ensayista político y cultural, en los años sesenta y setenta fue un racionalista crítico y un temido polemista. En los últimos diez años de su vida, para amalgamar el arte de los recuerdos autobiográficos y la reflexión histórica, Rudy Kousbroek encontró un formato ideal y personal, que llamó “fotosíntesis”: una combinación de una fotografía en blanco y negro con un ensayo breve. Por el conjunto de estos ensayos ganó el prestigioso premio Jan Hanlo en 2005. El secreto del pasado reúne cuarenta de estos textos de su producción ensayística tardía, caracterizada por dos de sus móviles más profundos: la curiosidad y la nostalgia. A través de una bellísima prosa autobiográfica Kousbroek ofrece un exhaustivo intento por recrear con precisión, al modo proustiano, el paisaje, la música, la arquitectura, la ternura y el olor de un “tiempo perdido”.