Autopsia de Miguel Serrano Larraz

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Debo decir sin ningún pudor que Autopsia es la novela que me gustaría haber escrito. Contiene todo lo que aprecio en la literatura y además está construida desde una visión muy cercana al mundo de los pensamientos y la reflexión. Miguel Serrano Larraz ha conseguido mantenerse apegado al suelo de la realidad creando una crónica de la España de los últimos treinta años  mientras bucea en las obsesiones y delirios de la conciencia humana.

Su personaje se llama igual que él. Ha vivido y estudiado en los mismos lugares que el autor. Un joven interesado en la poesía y la literatura quien llevado por factores inexplicables se ve humillando y acosando a una compañera de estudios. Un segundo acontecimiento violento, la paliza que le propinaron unos skinheads? sirve de contrapunto al primer acto. Ya en la etapa adulta esos recuerdos fragmentarios van formando una mezcla que se vuelve sólida y que va acumulándose en su cabeza y en su estómago.
Los pensamientos y reflexiones atormentados de ese tiempo asemejan el reflejo de su personalidad en un espejo roto y, el peso emocional que le supone la posibilidad de haber destrozado la vida de su compañera le impide actuar con claridad.

Cada persona contiene la historia de su siglo y en el caso del personaje de Autopsia se da esa circunstancia. La historia de la España posfraquista contada por alguien que tuvo que vivir los mayores cambios sociales del final de siglo creó monstruos de la razón atormentados y penitentes como el protagonista de esta obra, perdedores avezados en busca de un futuro esquivo.

El formato es admirable. El autor zaragozano ya gozaba de un buen predicamento dentro del género del relato corto, sus cuentos han sido incluidos en antologías y elogiados. Por eso el salto a la novela invariablemente vendría de la mano de ese formato. Por tanto los 76 capítulos en que está dividida esta Autopsia son otros tantos relatos, cuentos sin consistencia por sí mismos pero que por acumulación conglomeran el entramado de violencia y obsesión de un hombre normal con sus delirios, sus miserias y sus miedos. Zaragoza, el telón de fondo de la novela es, según el autor, el trasunto de un estado de ánimo.

Brillante obra de este cirujano de la literatura.

Reseñado por Pepe Rodríguez

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Escrito por Miguel Serrano Larraz

Miguel Serrano Larraz (Zaragoza, 1977) estudió Ciencias Físicas y Filología Hispánica.

Se dio a conocer con el libro de relatos Órbita (Candaya, 2009), que lo colocó en la primera línea de los escritores de su generación. Es también autor de una novela, Un breve adelanto de las memorias de Manuel Troyano (Eclipsados, 2008). Bajo el pseudónimo Ste Arsson escribió la novela paródica  Los hombres que no ataban a las mujeres (1001 ediciones, Zaragoza 2010).
Sus cuentos han sido incluidos en algunas de las antologías de narrativa breve más importantes de la última década: El viento dormido; nuevos prosistas de Aragón (Eclipsados, 2006, edición de Raúl Garica y Nacho Tajahuerce);  Al final de pasillo (Comuniter, 2009, edición de Oactavio Gómez Millán); Pequeñas resistencias 5 (Páginas de Espuma, 2010); Doppëlganger. Ocho relatos sobre el doble (Jekyll and Jill, 2011) y Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual (Menoscuarto, 2012, edición de Gemma Pellicer y Fernando Valls).

Ha publicado tres libros de poesía, Me aburro (Harakiri, 2006), La sección rítmica (Aqua, 2007) (libro al que  “La Montaña Rusa Radio Jazz”, le dedicó semanalmente una sección en la que se recitan algunos de los poemas del libro, acompañados de la música del intérprete) y Insultus morbi primus (Lola Ediciones, 2011).

Ficha técnica


400 págs.; 21 x 14 cm / PVP 18€

La novela, que tiene algo de retrato colectivo de la primera generación que tuvo acceso a Internet  y amplió  los mitos privados para hacerlos públicos,  es un intento  de reflexión sobre la culpa, la venganza, la paternidad,  la dificultad de afirmar la personalidad en una ciudad de provincias… pero también sobre la apropiación de las experiencias ajenas, sobre las redes sociales, sobre los ídolos y los personajes anónimos que trazan y destruyen al mismo tiempo nuestra educación sentimental.

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