La puñalada es una de esas novelas decimonónicas condenadas al ostracismo por falta de sensibilidad editorial a la hora de su traducción y edición en español. Firmada por el pintor Mariá Vayreda y escrita en un catalán prenormativo que dificultaba la lectura incluso a los lectores en lengua catalana, tal y como afirma en el esclarecedor postfacio el traductor Ramon Vilardell, su condición de clásico y su difusión estaba circunscrita a ese ámbito lingüístico. Ahora, gracias a la editorial Funambulista tenemos la oportunidad de disfrutar de esta obra merecedora de trascender más allá de tan acotado espacio.
Marià Vayreda fue un pintor catalán sin demasiado éxito y eclipsado por la obra de su hermano Joaquín. En la última etapa de su vida decidió volcar su talento en la literatura, dejando algunos relatos sólidos y esta novela póstuma que en vida se publicó como un folletín por entregas. Su valor reside en el realismo de su narración, con precisión descriptiva propia del detalle pictórico pero aplicado a temas propios del romanticismo: el amor, las pasiones, la venganza y sobre todo, la vida de los bandoleros. Esa amalgama nos deja un relato apasionante y minucioso, tanto en lo meramente paisajístico como, y sobre todo, en el carácter de los personajes.
Es interesantísima la evolución del personaje principal, Albert, que experimenta una metamorfosis personal a lo largo de su triste peripecia vital narrada en primera persona. Sin embargo el protagonista deslumbra con la precisión de su análisis sobre sus sentimientos y la degradación personal que sufre en el transcurso de su peripecia frente a los pendencieros trabucaires a los que se enfrenta. Su narración crea un relato vibrante, complejo y certero, pese al final torticero que traiciona las convenciones establecidas por el narrador.
El valor más reseñable de la novela es que pese a ser un relato realista, que se puede tomar como parte de la crónica de una época y un lugar, no deja de exhalar cierto exotismo, por esa base romántica sobre la que se edifica la narración. Una historia pasional, capitalizada por bandoleros de vida libertina y salvaje, con el rapto de la amada, la traición de los viejos amigos, etc., parece propia de otro tipo de literatura, que sin embargo aquí tiene un tratamiento realista, crudo, a la vez que explora cierto costumbrismo. Pero además, lo más destacable de la novela es esa disección psicológica del protagonista, narrada en primera persona y hecha sin perjuicio de la sinceridad y crudeza en la exposición de la degeneración que sufre Albert en el transcurso de su desgraciada epopeya.
He experimentado muy buenas sensaciones con la lectura de esta novela justamente puesta en la circulación. Un acierto de la editorial y una excelente oportunidad para los lectores de disfrutar con una buena narración rescatada para el lector hispanohablante.