Escrita en una época en la que aún quedaban restos del victorianismo decimonónico, el mismo hecho de auto censurarse y reescribir la historia tres veces, ya dice mucho de los temores del autor y de la acogida del publico. Historia ampliamente conocida de una pasión amorosa que salta las convenciones y rompe moldes sociales, es esta una versión diferente de El amante de Lady Chatterley; segunda de las tres versiones que escribió, fue publicada en italiano en 1954, antes incluso de su publicación en inglés, que no vio la luz hasta 1972. El autor escribió un primer intento, en 1926, un segundo en 1927, que es el que hoy nos ocupa, y un tercero, en 1928. Esta última versión es la que hemos conocido en España, pero que no pudo publicarse íntegra en Inglaterra hasta 1960.
La versión que se muestra al público en esta edición no solo es más larga, sino que cambia el enfoque, haciendo más fuerte el impacto moral/social en el lector. El tema es el amor físico y sensual entre una dama y un hombre rudo, tosco, que habla en un retorcido dialecto (cosa a la que los británicos dan una importancia enorme), que vive separado de su mujer y
su hija, …pero que sexualmente está bien dotado. La Bella y la Bestia. La dama, por otra parte, tiene la desgracia de estar casada con un hombre que, a pesar de su educación y clase, es un lisiado: vuelve de la guerra con la mitad inferior de su cuerpo paralizada, y con una alta dosis de resentimiento, que vuelca en los que le rodean, principalmente en su joven esposa, que prácticamente no ha tenido ocasión de conocer el amor físico, y cuyos deseos de maternidad se ven truncados con el problema de su esposo. Este problema, que hoy en día probablemente se enfocaría de modo muy distinto, en la época que lo escribió Lawrence, era insalvable. El divorcio hubiera estado muy mal visto, y la adopción ni se contemplaba.
A pesar de que Lawrence envuelve toda la narración en un celofán filosófico-ideológico, (en mi opinión, excesivo y a veces aburrido) el tema era realmente explosivo en su momento. Y no solo por el sexo explícito, ya que no era el primero ni sería el último que lo hiciera, sino, y a mi entender lo más importante, por el brutal choque que supone que una mujer de la aristocracia copule con un hombre de la más baja extracción social: un ex minero, un guardabosques. Para la Inglaterra de la época, este hecho era mucho más grave que el mostrar el acto sexual, físico.
Por decirlo con un símil: para un británico, la relación física entre dos clases sociales antagónicas era equivalente, a esa misma relación entre una mujer blanca y un hombre negro para un norteamericano. Y remarco: en ambos casos, se trata de una mujer de la clase privilegiada y un hombre de clase baja , y no al revés. Los hombres, tanto blancos como aristócratas, podían relacionarse sexualmente con mujeres de clases inferiores o con mujeres negras. Esto estaba socialmente tolerado, aunque moralmente no se aceptase, pero si se llevaba con discreción, se toleraba. Pero una mujer no podía, bajo ningún concepto, relacionarse físicamente con alguien de distinto nivel social.
En esta segunda versión hay unas variaciones respecto a la tercera, como Gómez Montoro destaca en su postfacio: el personaje del guardabosques, que aquí se llama Oliver Parkin (en vez de Oliver Mellors), es un ex minero, huraño, hastiado de la sociedad y abandonado por su esposa, que prefiere la vida en la naturaleza, lejos de la sociedad, una vida independiente y libre. Pero es un personaje mucho más bajo socialmente y vulgar, que habla una especie de jerga, a diferencia del Oliver Mellors de la siguiente versión, que es un ex oficial del ejército colonial y que supone un origen social superior.
Otra diferencia destacable en esta versión: hay más acción que en la anterior, donde se teoriza demasiado, probablemente tratando de justificar la acción. No es que en esta no se teorice, que también, pero hay más acción directa, y la naturaleza interviene como un personaje más, impregnándolo todo de un bucolismo sensual. Los enfrentamientos de clase están a flor de piel, vibrantes. La decadencia de la aristocracia y la emergencia de las clases bajas es patente y continuamente aludida. El personaje de la enfermera, asimismo, pasa de ser una mujer malvada y rencorosa a ser asimilada poco a poco a la clase con la que va a convivir. Su relación con Sir Clifford no se muestra como retorcida, sino paulatinamente amable. En cuanto al esposo, en esta versión Sir Clifford está más dominado por su deseo de poder y de levantar su propiedad que por perversiones y vicios. No le importa lo que haga su esposa, con tal de que no perjudique su posición y patrimonio, con tal de que siempre esté allí, cumpliendo su papel de consorte.
En todo este juego de relaciones, se trasluce la propia vida y cosmovisión de Lawrence; sus orígenes, la relación dispar entre sus padres y entre él mismo con Frieda; además, la idea que contantemente se deja caer en la narración, la de un sueño bucólico, la vida en una granja aislada y lejos de la sociedad, cosa que Lawrence también intentó en Nuevo México.
La edición y traducción, impecables; los traductores han plasmado las expresiones dialectales en otras equivalentes en español, más o menos, y puestas en cursiva. Queda así destacado el contraste entre los dos discursos, tema que era muy caro a los lectores británicos, que marcan mucho las diferencias de clase por las diferencias de dicción. Aún así, el texto sigue pleno de digresiones teórico-filosóficas que se hacen un poco repetitivas y quizás esas partes sean las que hayan soportado peor el paso del tiempo. Las escenas de sexo, sin embargo, están totalmente integradas en la narración, siendo tiernas y en absoluto vulgares o agresivas, vistas desde una óptica actual.
En suma: es una buena idea mostrarnos esta obra en una versión que probablemente sea más cercana a la idea original del autor.
1 comentario en «La segunda Lady Chatterley de D. H. Lawrence»
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