Este libro se comenta con un ensayo del año 2003 del otro compatriota de Gordimer que obtuvo el premio Nobel, J. M. Coetzee. Según éste, «la ficción que ha publicado en el nuevo siglo (…) tiende a ser algo incorpóreo, algo superficial en comparación con la de su periodo más importante». «Mejor hoy que mañana», remedo del conocido refrán que aparece pronto en un diálogo entre la pareja protagonista, coincide con este juicio emitido hace diez años: la historia, con personajes dibujados con voluntad de profundidad pero sin carisma, rígidos e intelectualizados en el peor sentido de la palabra, mantiene sin embargo alguna virtud que Coetzee detectó en la Gordimer del periodo que abarca de 1960 hasta la democratización de Sudáfrica en los años noventa.
Porque, en efecto, esta novela (traducción de Miguel Temprano), que sigue los pasos de una familia de Johannesburgo desde finales del siglo XX hasta el 2009, pretende reflexionar sobre la justicia social: «Sus buenas personas son incapaces de vivir o de prosperar en un estado de injusticia», decía Coetzee, y bastante de eso hay esta vez en un relato en el que Gordimer parece que ha puesto sus disquisiciones políticas en boca de un numeroso grupo de personajes que proyectan cómo la conciencia colectiva está obligada a la convivencia, a olvidar o recordar lo sucedido en el país siempre con un trasfondo de desencanto. Pues pese a Mandela, a los sacrificios, a la reconciliación, Sudáfrica no puede abstraerse de la mixtura que a tantos incomoda.
Así, el químico Steve y la abogada Jabu, él blanco, ella negra, ejemplifican las heridas aún abiertas en una nación ya libre pero en la que las desigualdades son el pan de cada día; donde no es necesaria una clandestinidad explícita pero sí seguir posicionándose tanto en el ámbito familiar como público, defendiendo derechos elementales para la próxima generación. El mundo de la universidad, las barriadas residenciales, la sanidad o la alta política aparecen enmarcados alrededor de la pareja, sus amigos e hijos, a través de discusiones donde se revela la búsqueda de la propia identidad africana tras los intentos de Madiba por poner orden en el caos que reinaba en Sudáfrica cuando llegó a la presidencia. Algo que ya preveía el Coetzee de 2003, cuando hablaba de la preocupación de Gordimer con respecto al «veredicto de la historia sobre el proyecto de Europa de colonizar el África subsahariana». Una posible respuesta, en este texto, y hoy mejor que mañana.
Nadine Gordimer (Springs, Sudáfrica, 1923) publicó su primer relato en una revista de Johannesburgo justo después de la Segunda Guerra Mundial. En 1949, año en que se estableció el apartheid en Sudáfrica, vio la luz su primer libro de relatos Face to Face. Su larga trayectoria, en la que encontramos catorce novelas y varios libros de relatos, se vio recompensada en 1991 con el Premio Nobel.
Ficha técnica
Traducción: Miguel Temprano García
Páginas: 448 Precio: 29€
Mejor hoy que mañana narra el devenir de una familia mixta de un barrio de Johannesburgo desde los años noventa hasta finales del 2009. Terminado el apartheid, la mayoría de ciudadanos no han visto cumplidas sus esperanzas de un mundo mejor: la democracia y la abolición de la segregación racial no han hecho brotar lo mejor de cada persona, sino que, por el contrario, la corrupción y las desigualdades sociales se han convertido en el nuevo caballo de batalla del país. Sin embargo, la esperanza y la seguridad de que puede construirse un mundo mejor se abren siempre paso entre las líneas de esta novela, la más reciente de una escritora excepcional.
2 comentarios en «Mejor hoy que mañana de Nadine Gordimer»
La traducción de esta novela deja mucho que desear, muchísimo, ¿no le parece? El traductor Miguel Temprano García bucea y se pierde en la prosa analítica de Gordimer, una prosa que piensa y muy a menudo lo hace con una ironía que al traductor se le escapa. Es para mi una buena novela, disiento del comentario y me gustaría saber la opinión de Coetzee sobre ella, no la referida a libros anteriores. Una obra mayor, publicada a los 88 años… Se dice pronto, oiga.
La traducción de esta novela deja mucho que desear, muchísimo, ¿no le parece? El traductor Miguel Temprano García bucea y se pierde en la prosa analítica de Gordimer, una prosa que piensa y muy a menudo lo hace con una ironía que al traductor se le escapa. Es para mi una buena novela, disiento del comentario y me gustaría saber la opinión de Coetzee sobre ella, no la referida a libros anteriores. Una obra mayor, publicada a los 88 años… Se dice pronto, oiga.