“Lo que yo llamo olvido” es una novela corta, extremadamente corta, no llega a las sesenta páginas. Además está escrita como una gran frase ininterrumpida, sin capítulos, ni párrafos ni puntos y aparte, nada, como si de uno esos experimentos de Raymond Queneau se tratara o de las peculiares normas de puntación que en ocasiones ha utilizado José Saramago. Hasta aquí las dos grandes peculiaridades formales que contiene la nueva obra de Laurent Mauvignier.
Dejando de lado esa sorprendente manera de articular la historia, lo que contiene este libro es una reflexión que se deriva del luctuoso suceso de la muerte de un joven a manos de los guardas de seguridad de un supermercado tras propinarle una paliza. Su delito, el robo de una simple lata de cerveza.
El fallecido, mejor habría que decir asesinado, es un tipo bohemio que ha optado por transitar el lado menos convencional de la vida y que le ha llevado a convertirse en algo parecido a un vagabundo.
Escrito como si se tratara de una carta enviada a su hermano en el que se cuenta lo sucedido, por encima de todo es una recreación del perfil del protagonista, pero sobre todo, de la manera en que el mundo, ya sea su familia, el entorno desconocido o incluso sus verdugos, le ha tratado y marginado. Salpicado con el relato, realista y crudo, de la violencia que ha sufrido, asistimos también a sus anhelos por vivir de la manera que cree oportuna y que le lleva a estar enfrentado a una
sociedad gris y rutinaria que no entiende y desprecia a todo lo que se sale de su movimiento mecánico.
Laurent Mauvignier vuelve a utilizar su literatura para indagar en aquello que no se ve a primera vista pero que está rumiando constantemente en el alma humana (individual o colectivo), como ya hizo en el contexto matrimonial (“Aprender a terminar”) o con “Hombres” y las consecuencias de la Guerra de Argelia.
Tal y como se explica en “Lo que yo llamo olvido” el protagonista muere dos veces, una por la brutal paliza que recibe y otra por todo aquel desprecio que ha sufrido y acumulado por el simple hecho de querer llevar su propia vida. Todo ello lo describe el francés con una forma sobria pero que no puede escapar de un cierto tono poético que late a lo largo del relato y que consigue acongojar al lector en ambos planos.
Me parece un libro de temática tremendamente actual, pese a lo que pueda parecer su banal historia así a priori. No sé, creo que puede esconder muchas cosas interesantes tras la reflexión de fondo que comentas plantea el libro. Pese a los aspectos formales en cuanto a puntuación, que no me llaman mucho la atención, creo que si cae en mis manos lo voy a leer sin problemas.
Parece una lectura muy dura pero al mismo tiempo muy interesante y para hacer pensar a sus lectores.
Me apunto la recomendación.
Un saludo.