Se ha aludido muchas veces al mejor amigo del hombre (digamos, para el caso, del lector) y, como diría el chiste, no se trata del perro, sino de la barrica de whisky que trae al cuello. Pues bien, aquí la amistad la depara la cerveza y sus secretos; ella es la que ha aportado históricamente compañía a ese ávido de tantas cosas que es el lector.
En efecto, “la elaboración de cerveza fue uno de los primeros procesos bioquímicos descubiertos por la humanidad. Llevamos ya más de diez mil años fabricando cerveza y disfrutando de ella” dice el autor en la introducción. Es un hecho que se ha constatado su presencia -como presente para el difunto a fin de proveer de cara al largo viaje -en algunas tumbas egipcias, y es factible que los cultos emperadores romanos acompañasen con esta bebida su afición a las ostras, por ejemplo. Y la adicción a este dorado bien ha llegado hasta hoy, habiendo quien augura a su consumo una larga vida. Al menos así parecen reconocerlo incluso los entrañables antibelicistas que dejan sus mensajes en los muros: “Tanques sí, pero de cerveza”
El autor de esta guía nos revela, a la vez, que tiene “buenas razones para sentir agradecimiento hacia sus predecesores, que tanto tiempo dedicaron a entender a la naturaleza y a una de sus más bellas progenies” Fruto de tal gratitud es este libro lleno de encanto por dos razones: la claridad expositiva en la narración histórica de todo cuanto alude directa o indirectamente a esta bebida, hasta la riquísima documentación aportada en favor del conocimiento de su elaboración y consumo. En tal sentido el lector tiene acceso a apartados tan dispares como ‘Calentamiento y tratamiento del agua’ o ‘La molturación de la malta’ Desde cómo ‘Servir y beber’ hasta ‘Cocinar con cerveza’ para casi concluir con una formulación de consciente bebedor: ‘Presente-futuro. ¿Futuro perfecto?’ En todo caso no descartar ese deseo tan fácilmente suscribible: ‘Quela cerveza nos salve de la política, o que por lo menos la haga más divertida’
En el fondo es eso: ars longa, vita brevis y, a sabiendas de ello, tratar de hacer de la vida un entretenimiento razonablemente humorístico; de propiciar la charla y la concordia mediante un buen vaso de cerveza y que, a falta, en ocasiones, de contertulio directo, qué mejor que una buena lectura, entre ellas este libro lleno de sabiduría, enjundia y espumoso humor (Recuérdese que la espuma es parte integrante a la hora de beber, no como el caso de Cantinflas ejerciendo de vaquero que, al entrar en el Saloon pedía “una cerveza con la espuma aparte”
Salud, lector, y a disfrutar de este libro inacabable, propiciador de sueños reales e imaginarios, como debe ser.