Un año en la vida de Will Silver profesor de literatura del Liceo Americano de París es la base de esta novela. Divorciado, apenas iniciada la treintena, populista profesor, comprometido con su alumnado y su enseñanza, genera pasiones tanto en las aulas como más allá. Su forma de enseñar esta narrada en varias clases magistrales donde se analizan Hamlet, El libro de Job, Walden, El extranjero permitiéndonos asistir como oyentes a su magisterio. Su atractivo físico unido al académico permite que sus alumnas e incluso alumnos, se enamoren -encaprichen- de él. La gestión de estas relaciones son el quid de la obra con el formato de la tragedia clásica.
Cualquier lector medio disfrutará con este primer nivel puesto el formato trasladado por el autor desde Mientras agonizo de Faulkner deja ver las diferentes realidades tanto del profesor Silver, como su alumno Gilad y la deliciosa Marie. La escena de la manifestación pone de manifiesto las capas de realidad subjetivas que nuestra experiencia plasma. Bien escrito, entretenenido y emocional merece un notable como obra literaria.
El segundo nivel (cara del cubo) es el conflicto ético que mantienen todos sus personajes. Maksik no ha querido enfrentarles ante el bien o el mal sino ante lo que debe o no debe hacerse en según que circunstancias. Todos tienen su cuota de verdad, de razón en su comportamiento, pero a la vez la toma de decisiones que realizan o su ausencia les posiciona ante otros. ¿Es licito hacer lo que hacen? Por otro lado ¿es coherente que un profesor que inflama a sus alumnos se muestre descafeinado ante la realidad e inane ante el conflicto amoroso? Este segundo nivel queda resuelto con la cita de Camus que abre el libro:
No quiero escoger entre el lado correcto
y el lado incorrecto de este mundo,
y no me gusta que haya que escoger
El tercer nivel es el del revuelo mediático que ha tenido esta obra cuando ha salido a la luz su presunta falta de originalidad. Parece ser que es mera autoficción, pues algo muy parecido le sucedió al propio Maksik hace unos años en París. Algunos exalumnos suyos dicen sentirse retratados en sus personajes con lo que la controversia se multiplica. ¿Es moral leer a quien ha sido inmoral? ¿Es ético reflejar la inmoralidad propia y la de personas que se han reconocido en una obra de ficción?
Con estas caras del cubo de Rubik el lector se dará cuenta que tiene en sus manos un libro-bomba susceptible de producir reacciones ambiguas. Desde aquí nunca vamos a juzgar el comportamiento de los escritores, sólo su obra, y en este caso No te mereces nada es una novela que por cada una de las partes dicha y por su todo unido vale la pena ser leída.
Pepe Rodríguez
FICHA DEL LIBRO