
Paralelamente el editor debe escribir un discurso sobre ética editorial. Párrafo a párrafo creará un código que transmitir a los demás pero que la visita de la mujer ha cuestionado antes siquiera de nacer.
Dos debates que son uno solo y que van construyéndose en la mente del editor con el formato de máximas del discurso que está creando.
“No corresponde a la editorial asumir la responsabilidad ética que tiene el autor. La responsabilidad el editor sólo consiste en advertirle que su obra podría resultar ofensiva para alguien”
“Si alguien no es consciente de su responsabilidad ésta recae automáticamente en quien la detecta”
“La ficción no es la realidad. Y por tanto un texto novelado no puede ser juzgado por los mismos criterios éticos que rigen en los demás ámbitos de la vida”
“Los escritores y los artistas han utilizado siempre el materia al alcance de su mano. Lo han expuesto al daño de las miradas”
…
El editor se devana los sesos durante la noche y la madrugada yendo de una tesis a la opuesta, escribiendo notas a la imprenta de ‘adelante’ y de ‘detengan la producción’ excusándose y acusándose en un debate contra sí mismo.
Ese debate finalmente es trasladado al lector, logro idéntico a Nada, logrando que la desazón del personaje sea la nuestra y su lucha interior remueva nuestra conciencia lanzando al aire mil copos de nieve opcionales que no sabemos que forma tendrán cuando reposen en lo más hondo de nuestro discernimiento.
El lector tendrá que decidir su código, Ven simplemente expone las diferentes opciones y principios.
Un éxito menor de la Teller.
Pepe Rodríguez
Me lo compré hace unos días. Nada me impactó. Además me encanta el libro como objeto, la edición está muy conseguida. Se agracede la reseña, ahora me apetece aún más leerlo