El propio Gresham quedó impresionado por su visita, de niño, a los espectáculos de Coney Island, y, posteriormente, por las historias que, en relación a ese tipo de representaciones, le refirió un compañero de fatigas durante su estancia en España como miembro de las Brigadas Internacionales. Entre aquellas estaba la del número con pollos vivos con que se abre la novela de Gresham, reservado para los miembros más desesperados y marginales de la compañía, y que Eudora Welty ya había documentado en su relato ‘Keela, la muchacha india tullida’, publicado en 1941.
Tanto este número como el del hombre tatuado, al que a su vez se refiere Flannery O’Connor en el relato ‘La espalde de Parker’, debieron ser habituales en los espectáculos de monstruos, como habituales eran los otros miembros de la feria ambulante que retrata Gresham: el gigante, el enano, el tullido que se arrastra sobre sus brazos, y algunos de los personajes principales de su novela: Molly, la chica eléctrica, la vidente Zeena y el mago Stan Carlisle.
Pero Stan no está satisfecho con la vida que arrastra y después de colaborar un tiempo en el número de Zeena, decide independizarse en compañía de Molly, con el convencimiento de que “se puede controlar a cualquiera averiguando de qué tiene miedo (…). El miedo es la clave de la naturaleza humana”. Así, después de un tiempo como mentalista, dedica sus esfuerzos al espiritismo, obteniendo, para ello, sendos certificados de médium y de reverendo, convirtiéndose en el fundador de la Iglesia del Mensaje Celestial, y consiguiendo, finalmente, la colaboración, para sus montajes fraudulentos, de la psiquiatra Lilith Ritter.
Gresham se dedica así, en un ambiente sórdido y grotesco, a desenmascarar el engaño que suponen técnicas como el mentalismo o el espiritismo, que tienen en común con las de la religión o la psiquiatría, el poder desmedido que pueden ejercer sobre sus pacientes o víctimas.
Y nadie mejor que Gresham para abordar todos esas formas de superchería, después de haber llegado a abrazar primero y repudiar después, creencias y técnicas como el tarot, el I Ching, o la dianética, pseudociencia avalada por la Iglesia de la Cienciología; haber llegado a ingresar en la iglesia presbiteriana al dejar el Partido Comunista; o haber estado sometido a tratamiento psicoanalítico durante seis años después de un intento de suicidio. Y no cabe duda de que, en su obra, el autor proyecta algunos de sus propios miedos y conflictos, como los derivados del alcoholismo o la violencia doméstica, que terminaron con su matrimonio con la también escritora Joy Davidmen, y de cuya relación con C.S. Lewis da cuenta la película Tierras de penumbra, dirigida por Richard Attenborough en 1993.
Finalmente Gresham acabó la travesía por el oscuro callejón de su vida suicidándose en una habitación de hotel, y hacia la oscuridad irá sumergiéndose, en el vertiginoso desenlace de su aventura, Stan Carlisle, cuyo destino final no descubriremos hasta la última frase.
Rafael Martín
FICHA DEL LIBRO