Tanto el cadáver como el local –una juguetería- donde ocurre el asesinato desaparecen, lo que ocasiona no pocos problemas a los dos protagonistas y causa hilaridad en la policía, que les toma por chiflados –y tampoco anda descaminada. Los dos amateurs tratan de resolver el “caso”, encontrándose cada vez más complicaciones puesto que hay no sólo uno sino bastantes personajes implicados en el caso, todo a la manera británica, es decir: el absurdo más irracional. Un abogado poco escrupuloso, una serie de personajes de dudosa moral, una chica asustada, dos matones…. Muchos posibles asesinos, un cadáver desaparecido, la policía al margen del caso, y dos detectives aficionados, el listo y el torpe, con necesidad de tomar el té constantemente. Juegos de palabras y poemas, todo deslizándose a velocidad de vértigo.
La novela, como digo, está dentro de los patrones clásicos, resulta entretenida y con algunos momentos francamente delirantes, como la enloquecida persecución por Woodsock road, digna del mejor cine mudo. La escena final en el tiovivo nos trae un fuerte eco de una parecida escena, esta con tinte dramático, en la novela de Patricia Highsmith Extraños en un tren (1950), lo que podría sugerir que la Highsmith leyó a Crispin antes de escribir su novela.
El modo de resolver los casos del excéntrico profesor Fen no es el uso de la razón deductiva como lo haría un Holmes, sino la intuición absolutamente inesperada, por lo que no podemos imaginarnos en ningún momento lo que puede ocurrir después. Es decir, que tenemos aquí ecos de Wodehouse, Jerome.K.Jerome, Stella Gibbons, Agatha Christie, por nombrar a algunos que nos harán ver que el toque Crispin no es tanto la seriedad de una novela negra ni la de un puro y racional Holmes, sino esa chispa que los británicos dominan tan bien como es mirar la vida con la aparente superficialidad del humor. Me viene a la mente la película The Ladykillers, (A. McKendrick, 1955) que se tradujo en España como El quinteto de la muerte y que representa una comedia policíaca divertidísima. Pues bien, es ése el estilo en que enmarcaría a Crispin.
Presentada impecablemente por la editorial Impedimenta, como ya nos tiene acostumbrados, y una muy correcta traducción de J.C. Vales, auguramos más títulos de este autor para futuras ediciones.
Ariodante
Pues como se la mitad de ingenioso que los de Terry Pratcher ya merece claramente mi atención.
Me parece que me lo voy a regalar en Reyes!!