De otro lugar de Óscar Montoya

De otro lugar es la genial obra de Óscar Montoya que reconstruye los primeros años de los 80 y su ambiente febril en una España comida por los atentados de ETA y las presiones de la ultraderecha de la mano de Tojeira, un inspector de policía antitrabajador al que le gusta la buena vida.

Antonio Tojeira es un hombre feliz: lleva un año en Alicante como inspector de policía y disfruta del sol, la modernidad que trae el turismo en la España todavía triste de 1980 y una incipiente relación con Cruz, una echadora de cartas con quien comparte su pasión por lo esotérico. Pero todo se torcerá debido a dos acontecimientos inesperados: un joven muere arrollado en extrañas circunstancias en la estación de tren y un télex llega de Madrid anunciando que cada comisaría del país deberá aportar un número determinado de inspectores al País Vasco. Alicante debe enviar a uno y Antonio sufre presiones de sus compañeros, al tiempo que una investigación parece dirigirle a una trama de policías corruptos, grupúsculos fascistas y oscuros intereses políticos.

De otro lugar es una novela en la que la ambientación actúa como un protagonista más. Cualquiera que haya vivido aquellos años se verá reflejado en el ambiente y se observará referenciado como secundario de la trama de la que todos los que vivimos aquellos años participamos. Montoya, con gran maestría desarrolla un argumento especial, difícil de encajar en esos tiempos si no es el que desarrolla. Al colocar a Tojeira al frente -mejor dicho a la cola- del mismo demuestra el desinterés que gran parte de la población de aquel tiempo tenía por los palos de un lado u otro.

Una trama policíaca que solo podría tener lugar en ese tiempo de la mano de un inspector empujado por los acontecimientos a tomar partido. Un verdadero ejemplo de lo que somos en este país narrado de una forma fresca y audaz por parte de Óscar Montoya.

De otro lugar es un imprescindible de este verano

 

Entrevista con Óscar Montoya

– El retrato de los primeros años de los 80 sorprende por ser un protagonista más de la novela

¿Por qué lo ambientó en ese momento histórico?

 

En efecto, la idea era que la Transición funcionase como un personaje más, un poco a la manera de Doctorow, un escritor que siempre he admirado por las ambientaciones de sus novelas. En cuanto a la elección de aquellos años, viene dada por su semejanza con los tiempos en que vivimos, aunque la ilusión y el miedo imperante en 1980 han sido sustituidos por la desesperanza y un cierto sentimiento de nostalgia. Me interesan mucho las épocas en que el ruido es tan grande que tiende a eclipsar los miedos interiores de las personas, sus dramas domésticos, su voz propia. Por eso prefiero que mis personajes principales hablen por sí mismos, y no yo por ellos. 

 

– La trama tenía que plegarse a algo adecuado a ese momento, ¿supuso un verdadero desafío encajarla en ese momento?

 

Supuso un desafío, porque no soy un constructor de tramas policíacas al uso (yo siempre digo que, más que una novela policíaca, esta es una historia sobre policías). Pero el encaje no me resultó nada difícil. Los hechos que se narran en la novela, salvo los históricos, son en teoría ficticios, pero cualquiera que se adentre en aquellos años comprenderá que pudieron haber sucedido realmente. Supongo que el verdadero desafío de cualquier escritor es la verosimilitud.

 

– Tojeira es el antihéroe por excelencia o incluso más, sin embargo usted le despierta y le mueve a actuar ¿Por qué su protagonista tiene ese carácter?

 

Más que un antihéroe, yo diría que es un antitrabajador al que le gusta la buena vida. Como al 80% de la población, a él no le gusta su oficio, aunque sí las ventajas de su condición de funcionario público. A Tojeira, el crimen que le hubiese gustado resolver fue el de Jesucristo, a quien admira por considerarlo un extraterrestre. A él le hubiese encantado escribir Caballo de Troya y ser J.J. Benítez, y se entretiene especulando con la vida después de la muerte en la época en que ETA más policías mata. En definitiva, es una persona interesada en la existencia de otros mundos, como tanta gente de aquel tiempo, y en ese sentido su personalidad me ofrecía un contrapunto perfecto para compararla con problemas más mundanos, que son los que centran la trama. Si actúa, es porque no le queda otra o para salvar el pellejo. Pero cuando lo hace, en sus actos se trasluce un cierto ideal de justicia.

 

– Ahora que la ultraderecha vuelve a copar titulares ¿es el momento de recordar cómo son y cómo eran?

 

Es el momento de recordar que siempre ha estado ahí, y que durante la Transición Fuerza Nueva llegó a contar con 50.000 militantes, lo que no era ninguna broma. Es el momento de recordar que la Transición fue más violenta de lo que se suele admitir, y que el terrorismo desorganizado, tribal y violento de decenas de jóvenes de extrema derecha aterrorizó a mucha gente en aquellos años (por no hablar de la connivencia de algunos cuadros policiales en estas acciones). Lo que está claro es que esta subcultura no desapareció con los sucesivos batacazos electorales de Fuerza Nueva y las organizaciones que la sucedieron en lo ideológico.

 

– Los que vivimos aquella época la recordamos tal y cómo nos la cuenta pero ¿le gustaría que los más jóvenes conocieran la situación de aquellos tiempos de la mano de Tojeira?

 

Los jóvenes y los no tan jóvenes, para que tampoco olviden. Pero a los jóvenes les advertiría del riesgo de demonizar una época que, con sus carencias y dificultades, sentó las bases para una convivencia pacífica y hasta aburrida entre españoles y pueblos durante casi cuarenta años, con la excepción de ETA. El terrorismo de ultraderecha que he mencionado anteriormente fue una amenaza real de desestabilización, y eso conviene no olvidarlo nunca. Gracias a la Transición, yo he podido escuchar a grupos como La Polla Records o Kortatu durante la adolescencia. Hoy en día me procesarían por delito de odio si colgara algunas de sus letras en Twitter. La Transición trajo décadas de balcones sin banderas. Hoy los trapos ocultan los balcones, las ventanas y el pensamiento.