César Antonio Molina presenta un ensayo sobre la vida y la muerte a través de 100 películas . TAN PODEROSO COMO EL AMOR

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Tan poderoso como el amor es una meditación filosófica sobre la vida y la muerte tomando como excusa al cine.

A partir de películas tan célebres como Casablanca, de Curtiz; La sirena del Mississippi, de Truffaut; Bella de día, de Buñuel; La mujer infiel, de Chabrol; El último tango, de Bertolucci o Secretos de un matrimonio, de Bergman, se establece toda una teoría sobre el papel decisivo de los sentimientos en la naturaleza humana.

«Este libro es un libro de pensamiento, pero también es una reescritura narrativa a través de la reinterpretación de casi doscientos films. Podría ser por tanto también un libro de relatos.

Pero por encima de todo es un libro de amor —nunca mejor dicho— al cine, al pensamiento, a la filosofía, a la pintura y a la literatura. Y es un libro que opta claramente por el amor frente a la muerte.»

CÉSAR ANTONIO MOLINA

El mayor antídoto contra la muerte es el amor. El amor es la vida misma en su esplendor. Cada historia de amor es un dique contra el paso del tiempo. Sobre estas disyuntivas se construye este libro que, además de tomar como ejemplo numerosas obras literarias o pictóricas, fundamentalmente se basa en la historia del cine desde la época muda hasta nuestros días. El cine, sin ninguna duda, como las demás artes, opta por el amor y la plenitud de la existencia.
En este esclarecedor ensayo, de gran erudición y de estilo claro, César Antonio Molina analiza más de cien películas y, por tanto, más de cien argumentos e historias diferentes. El amor se metamorfosea con facilidad y adquiere siempre matices y tonos novedosos y distintos. ¿Qué ocurre cuando el azar toma posesión de las vidas? ¿Qué ocurre cuando el amor es imposible y, a pesar de todo, se sigue insistiendo en él? ¿Qué ocurre cuando las nuevas tecnologías nos ofrecen llevarlo más allá de la propia vida?

TAN PODEROSO COMO EL AMOR
EL PRÓLOGO
«Nada de cuanto hay en la tierra es digno del día en que se creó el Cantar de los Cantares», escribió Akiva Ben Iosef, padre del judaísmo rabínico. Yo estoy totalmente de acuerdo con él. Este libro parte de uno de los versos más maravillosos y enigmáticos de este inmenso poema: «Porque es fuerte el amor como la muerte». No siempre ha sido traducido así, otras veces ha aparecido como «el amor tan poderoso como la muerte» o el «amor más po­deroso que la muerte». Sobre estas disyuntivas se cons­truye mi libro que, además de tomar de ejemplo obras literarias o pictóricas, también toma prestadas obras de la historia del cine universal, desde la primera época muda hasta nuestros días. El cine, sin ninguna duda, como las demás artes, opta por el amor. El amor como único antí­doto para retrasar, frenar, combatir y, muy pocas veces, derrotar (al menos en la ficción) a la muerte, la gran ene­miga del ser humano. En Hiroshima mon amour, de Alain Resnais, con guión de Marguerite Duras, se dice: «El amor sirve para morir más cómodamente en la vida». Otra rein­terpretación de los versos del Cantar de los Cantares.

¿Es el amor más poderoso que la muerte o, al menos, tan poderoso como ella? ¿Amor gravado de muerte o amor a la muerte? ¿Amor convertido en imposible pa­sión necrofílica por la muerte? Jankélévitch, un gran sa­bio y pensador dubitativo, afirma en su libro La paradoja de la moral que al menos en el original que conocemos de El Cantar de los Cantares se equipara la fuerza del amor con la de la muerte pero no se sobrepone la primera sobre la segunda porque entonces el amor tendría el po­der de hacernos inmortales. Yo creo que la cultura, a tra­vés de sus muchos y diferentes géneros creativos, siempre ha buscado precisamente hacernos inmortales a través del amor. Y de esto es de lo que tratan la mayoría de las películas a las cuales aquí me refiero.

Este libro no es una antología de películas, ni mucho menos, sino que todos los títulos de los que hablo simple­mente sirven a mi propósito de reflexionar, de meditar y, a veces, hasta de reelaborar narrativamente esta multi­tud de historias en las cuales el amor aparece como un sentimiento indestructible a pesar de que los protagonis­tas puedan desaparecer físicamente. El amor, desde el Renacimiento, enmascaró a la torpe y a veces brutal se­xualidad con un velo de pureza, belleza, amistad, com­prensión y complicidad, sentimientos espirituales por encima de la pura materialidad irracional. El amor es el elemento fundamental para la creación de la felicidad humana, un bien siempre escaso. No hay grandes perío­dos felices, sino solo momentos felices, y estos únicamen­te los proporciona el amor: la unión entre dos personas ajenas que se hacen cómplices de sus vidas y encauzan su atracción. John Berger en Y nuestros rostros escribe que «si no envejeciéramos, si el tiempo y su paso no estuvie­ran construidos en el propio código de la vida, la repro­ducción sería innecesaria y no existiría la sexualidad. Siempre ha estado claro que la sexualidad es un salto de la especie por encima de la muerte; es ésta una de las ver­dades que preceden a la filosofía». La sexualidad es la parte de ganga del amor, las piritas son los sentimientos espirituales amorosos.

El amor y la muerte han evolucionado paralelamente. El cine quiso enamorar a la muerte, el cine también quiso llevar el amor más allá de la muerte a través de los re­cuerdos inmortales y en nuestros tiempos de desarrollos tecnológicos pretende apoyarse en estos instrumentos para, de nuevo, crear la ficción del amor más allá del tiempo y del espacio. Y el amor, su manera de ejercerlo, no es únicamente de una sola forma, sino múltiple. «Así, para que tú a mí, a tu amor y odio no destruyas, / déjame vivir, pero ama y ódiame también», escribió John Donne. El amor se busca, es díscolo la mayor parte de las veces, hay que sitiarlo y amnistiarlo porque, como escribió Si­mone Weil en La gravedad y la gracia, «Si el amor se me entrega, entonces deja de existir, y yo dejo de amarle». El amor es un sentimiento complejo, una invención com­pleja del ser humano, y se metamorfosea en múltiples formas. Muchas veces es antitético. Anacreonte, en el fragmento 428, escribe: «De nuevo amo y no amo, / estoy loco y no estoy loco».

Este libro es una meditación filosófica sobre la vida y la muerte tomando como excusa al cine. Y una de las conclusiones del libro es que nadie que ame morirá del todo. En Paseo por el amor y la muerte de John Houston, cuando los jóvenes amantes, después de huir de la muer­te por la Francia medieval en guerra contra Inglaterra, ven ya inminente su final, se detienen, buscan el refugio en un convento abandonado y se entregan al amor. Este libro es un libro de pensamiento, pero también es una reescritura narrativa a través de la reinterpretación de casi doscientos films. Podría ser por tanto también un li­bro de relatos.

Pero por encima de todo es un libro de amor —nunca mejor dicho— al cine, al pensamiento, a la filosofía, a la pintura y a la literatura. Y es un libro que opta claramen­te por el amor frente a la muerte.

EL AUTOR
César Antonio Molina (A Coruña) es licenciado en Derecho y en Ciencias de la Información. Se doctoró cum laude en la Universidad Complutense, donde fue profesor de Teoría y Crítica Literaria. También fue docente en la Carlos III. Dirigió los suplementos «Culturas» y «Libros» de Diario 16, e instituciones culturales como el Círculo de Bellas Artes, el Instituto Cervantes y Casa del Lector. Fue Ministro de Cultura. Poeta antologado y muy traducido, acaba de publicar Calmas de enero (Tusquets). Tiene una copiosa obra refrendada por premios nacionales e internacionales. Desde el año 2000, ha publicado en Destino los seis volúmenes de sus Memorias de Ficción: Vivir sin ser visto, Regresar a donde no estuvimos, Esperando a los años que no vuelven, Lugares donde se calma el dolor, Donde la eternidad envejece y Todo se arregla caminando. Esta misma editorial están Fuga del amor y La caza de los intelectuales. Tiene las más altas condecoraciones de España, Francia, Italia, Portugal, Chile y Serbia, además de la medalla Castelao de Galicia. Es Doctor Honoris causa por la Universidad L´Orientale de Nápoles.