Araña, cisne, caballo de Menchu Gutiérrez

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Araña, cisne, caballo es un libro de fragmentos que se llaman los unos a los otros. No hay un centro, hay muchos comienzos.  Este tipo de planteamientos es una estructura poética que junto con su lenguaje quiere todo ello estar comprometido con la poesía. La mirada es poesía pura.  Las frases tienen ritmo, música, algo que se percibe al leerlo en voz alta, susurrando.

La poesía y libros como este son una forma de espiritualidad. Un estar en contacto con la esencia de la vida, de las cosas y en este caso de la  presencia animal, tanto desde los estereotipos de esos mismos animales como desde nuestro contacto real con ellos.

Una de las cosas que suceden en este libro es la propia experiencia de la autora saludando a diario a cabras, vacas, ovejas, y su mirada que actúa como un espejo de uno mismo a través de la mirada de ellos. Al sumergirnos en nuestro imaginario existen esos animales de otra forma, como los animales de la literatura. La literatura infantil esta llena de animales, lobos, serpientes. Los hemos convertido en nuestros fantasmas. Todos tenemos un animal con el que hemos establecido un contacto profundo. Sea por la literatura, el trato directo o el trato enjaulado del circo o el zoo.

Miramos a los animales y somos mirados por ellos.  En los distintos vectores del tiempo se barajan dos mazos de cartas, uno de animales y otro de recuerdos. Por eso hay muchos estratos temporales y animales de todas clases, del pasado, del presente y animales proyectados al futuro. A Menchu le gusta preguntarnos cuál es nuestro animal, qué presencias del fuego, del aire, del agua, con un signo positivo o negativo según nuestras luces y sombras determinan nuestro ser.

Tenemos una serie de animales que nos interrogan inquietan y amenazan, mientras otros son benéficos: nos ayudan y nos cuidan.

El contacto con el medio rural después del cambio de vivir en un faro a habitar en elmedio rural y esa inmersión en la animalidad le han despertado esa memoria. Ha descubierto  lo importante que es el animal en nuestra vida y que si no lo tenemos lo inventamos domesticándolo. Como el bosque y perderse en el bosque, cuando no lo tenemos lo sustituimos por la ciudad. Y si no la buscamos o inventamos en nuestra la memoria.

Tenemos esa nostalgia cuando estamos con esos animales a medias como los del circo o los del zoo. Por muy disfrazados que estén nuestros sentimientos se despiertan.

La fascinación por animales desaparecidos ayuda a participar y reconstruir al lector, creando para si mismo su metamorfosis en animal. Animales completos, animales a medias, hombres abortados de animales frenados o detenidos o personas animales completas. A la autora le fascinan quienes esconden el ala debajo del abrigo u hombres que ocultan pezuñas. Otras metamorfosis se producen en tiempo real en este libro localizando el mecanismo y el proceso. Solo mediante el lenguaje poético y a través de la metáfora es posible trasmitir esto.

Una obra profundamente sensitiva que se percibe con mucho mas de los cinco sentidos, con nuestras brújulas interiores que nos llevan a esa curiosa y primigenia comunión con los animales. Comunión que solo la hacen posible los poetas ya que  tienen algo de exhumadores de cadàveres, escarbando en lo más profundo de nuestro de ser para hallar esos fantasmas que todos tenemos, y que en esta tersa obra son los animales.

 

 

 

 

 

Conversación con Pepe Rodríguez

 

Escrito por Menchu Gutiérrez

Menchu Gutiérrez (Madrid, 1957) es novelista, traductora y poeta. De su amplia obra poética destacan El ojo de Newton, La mano muerta cuenta el dinero de la vida o La mordedura blanca (Premio de Poesía Ricardo Molina 1989) y el ensayo biográfico San Juan de la Cruz.

Ficha técnicaCaptura de pantalla 2014-07-18 a la(s) 10.45.14

PVP con IVA 14,90€
Nº de páginas 136

Araña, cisne, caballo, y zorro, elefante, escorpión, erizo, cuervo, cocodrilo, hombre, mujer, hermano, hermana, cachorro, padre, madre, hijo, perro, cabra, huevo, lobo, cebra, abeja, ciervo…
Animales y hombres intercambian establos, jaulas, madrigueras, rascacielos, y también pelo, escamas, plumas y púas. En la pista del circo se ha vertido el contenido de un gran reloj de arena y el tiempo se detiene para que podamos observar las huellas que pies y pezuñas imprimen en su superficie.
Los animales que braman, barritan, graznan o balan lo hacen a través de una sola boca y forman parte de un animal mucho más grande. Este libro muestra la nebulosa en que vivimos como una inmensa telaraña.
«He caminado por la telaraña, con mi barra de funambulista extendida delante de mí, una barra hecha de palabras, un planto anticipado. Y ahora he dado un paso más en la telaraña, y continúo sin saber si sonrío a la araña o es la araña la que me sonríe a mí.»