El cáliz de Melqart de Arturo Gonzalo Aizpiri

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A pesar de ser segunda parte de “El heredero de Tartessos”, ópera prima del autor publicada hace algunos años, esta novela supera con creces la primera…como debe ser. Arturo Aizpiri ha madurado como escritor y ha logrado un armazón mucho más complejo y un entramado histórico mucho más real. Si la historia anterior entrelazaba lo histórico con lo legendario y mítico, en una época de la que aún quedan muchas lagunas de información, en este relato las lagunas son salvadas y muy bien aliñadas con las partes basadas en hechos conocidos. La narración de Aizpiri adquiere tintes de tragedia griega, llegando a niveles francamente impactantes por su intensidad dramática. No en balde están impregnadas de imágenes y citas helénicas las partes que estructuran la novela, haciéndonos sentir que las vivencias de los protagonistas son de un dramatismo universal, ya recogido por los griegos y romanos: Aquiles, el drama de Electra y Orestes, el de Prometeo, …a todo ello, como un eco, nos remite esta narración, que tiene tintes también homéricos, con las odiseas viajeras de Aníbal y Gerion, en busca del mítico cáliz tartesio. El simbolismo del cáliz es enorme, como un vellocino ibérico o un santo grial precristiano: una imagen que remite al pueblo más legendario, Tartessos y a Melqart, el Hércules fenicio; en suma, al poder. Como también nos dirige a la ambiciosa idea de Asdrubal de aunar los pueblos ibéricos y cartagineses para enfrentarse a una Roma que ya empieza a lanzar mensajes de peligro al mundo exterior.

La narración se realiza en tercera persona, mostrándonos tanto el punto de vista de los distintos personajes como describiéndonos la situación en que se hallaban los pobladores de la península ibérica tras la muerte de Amilcar Barca en Helike, (en 229 A.C.) y el gobierno de su sucesor, Asdrubal “el bello”, casado con una hija del gran Barcida. Sólo en un caso, hay un narrador (Bobdal) que usa la primera persona para contarnos el aventurado viaje naval de Aníbal; viaje que, al mismo tiempo y con el mismo objetivo realizan por tierra Gerion y sus compañeros. Como nuevos argonautas, los cartagineses que acompañan a Aníbal y el grupo de Gerion han de ir venciendo una serie de peligros y viviendo aventuras hasta el enfrentamiento final.

La novela se divide en seis partes, cuyos títulos nos recuerdan el simbolismo de que está sembrado todo el texto: Por la maldad, un salario; El malo entre los hombres; Vengad la muerte de mi padre; Los últimos confines; Bruma, rocío y humo, y, finalmente, La esperanza ciega.
Tras dos primeras partes en las que los capítulos discurren lentamente y en los cuales el autor, por boca de los diversos personajes de una parte y otra, va dando a conocer el estado de cosas en que ha de enmarcarse la acción, presentando los nuevos personajes, recordando a los ya conocidos en el libro anterior, etc., la acción comienza a perfilarse y la narración toma diversos caminos paralelos o divergentes, según el caso. Helike, Edeta, Arse, Qart Hadasht…. diversas ciudades aparecen con peculiaridades y problemáticas enfrentadas.

La trama se va complicando y las cosas no serán ya tan sencillas ni transcurrirán tan plácidamente. La tensión va en aumento y el interés del lector se vuelve perentorio, yendo todas las líneas de acción a confluir en una gran puesta en escena final en Qart Hadasht, la futura Cartago Nova.

Polifónica como la anterior novela, cuya acción confluía y acababa en la gran batalla donde muere Amilcar Barca, en esta ocasión, la voz del narrador omnisciente resulta más descriptiva, sin llegar en ningún momento a abrumarnos con datos, pero desplegando una cuidadosa documentación, aunque el autor se tome las licencias que considere necesarias para cubrir las carencias históricas y para darnos su versión de como podrían haber sido los hechos. Encaja todo el engranaje bastante bien y no sobran personajes, porque todos tienen una función.
La problemática es clásica: la lucha por el poder, las tensiones entre los distintos pueblos, las estrategias políticas y el intento por parte de los cartagineses afincados en Ispania de crear un equilibrio de fuerzas en la Península evitando guerras innecesarias. Aunque no todos los cartagineses piensan lo mismo…

Sin embargo, hay una segunda línea de lectura, la que nos remite a las grandes tragedias clásicas, aflorando por todas partes: temas como el honor y la gloria, el amor y los celos, la traición y la lealtad, surgen con la acción de los personajes; todo ello suma interés y atrapa al lector. Vemos a Asdrubal tratando de llevar su visión estratégica de la política y la guerra en Ispania, previendo los movimientos de Roma. Asimismo nos acercamos a un Aníbal cuyo deseo de gloria alterna con el de venganza por la muerte de su padre; comprendemos los celos de Sofonisba, ante la nueva esposa íbera de Asdrubal. Asistimos a las intrigas de las distintas facciones, incluidos los espías romanos. Y como cabeza visible de toda intriga, el gran sacerdote de Eshmun, el cruel Zekarbal, cuya influencia sobre Asdrubal resulta peligrosamente ascendente.
Y por otra parte, volvemos a encontrar a la familia regia de Helike, el rey Orisson, su hija Anglea, Gerion, el guerrero olcade que la desposaría en la novela anterior, y nuevos personajes, a los que se añaden algunos forasteros que les causarán graves problemas. Las relaciones con los otros pueblos, Edeta y Arse marcarán también el ritmo de la acción y serán importantes a la hora de tomar una dramática decisión, como ocurrirá con Orisson. Tanto este como Anglea habrán de enfrentarse a decisiones de vida o muerte, y los rasgos de su carácter se perfilan mucho mejor ante la adversidad. La dignidad regia y la lealtad al propio pueblo brillarán en su mirada.

La novela dispone, afortunadamente, de un amplio glosario de términos, así como un listado de personajes, y algunas notas aclaratorias de localizaciones geográficas. También se incluyen algunos mapas, lo cual es muy de agradecer. Y a pesar de ser una segunda parte, puede leerse independiente y comprender la trama sin problemas. En suma, una buena novela histórica, con un final que nos deja el deseo de continuar leyendo, por lo que espero y auguro una tercera parte que cierre una trilogía.

 

 

 

Reseñado por Ariodante

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Escrito por Arturo Gonzalo Aizpiri

Arturo Gonzalo Aizpiri (Madrid, 1963) desarrolló sus estudios universitarios en las Universidades Complutense de Madrid, Técnica de Delft y de Colonia, y obtuvo el título de Doctor en Ciencias Químicas por la Universidad Complutense. Su padre era profesor de latín y griego y tenía una extraordinaria biblioteca de autores clásicos, que

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Aizpiri leyó en su adolescencia:Tito Livio, Aristóteles, Plutarco, Salustio, Homero. De ahí viene la inclinación por la historia, la poesía, la filosofía, la ciencia, su asombro ante el talento humano y su expresión a través del lenguaje. El heredero de Tartessos (Ediciones Evohé, 2012) fue su primera novela. Además, colabora en labores editoriales en El Periscopio (Ediciones Evohé) y traduciendo algún título, como Mis andanzas por Europa, de Charlie Chaplin (Eds. Evohé, 2010) y la Historia de un viaje de seis semanas, de Mary Shelley, (Eds. Evohe, 2014) que es la primera traducción española de este texto.

Ficha técnica

Precio: 17,50€ Páginas: 464

Tras la muerte de Amílcar Barca, su yerno Asdrúbal se pone al frente de la administración cartaginesa en Ispania. Con el apoyo del joven Aníbal logra importantes victorias diplomáticas y militares e inicia la construcción de una nueva capital: Qart Hadasht. Los éxitos de los Bárquidas despiertan el recelo de Roma y de sus rivales políticos en la propia Cartago, y parecen hacer inevitable el enfrentamiento con los pueblos íberos que se mantienen libres, en especial con los oretanos de Hélike, dirigidos por Orissón. Un suceso inesperado cambia súbitamente el tablero de juego. El legendario cáliz del dios Melqart, sobre el que se fundó el antiguo reino de Tartessos, regresa del pasado y desencadena un vendaval de rivalidad y ambición, de lealtades e intrigas, que precipita la lucha por el dominio de la península ibérica. El cáliz puede proporcionar la legitimidad para unificar a los pueblos íberos bajo una nueva dinastía. O acaso sirva, precisamente, para evitarlo. El destino de Ispania y el curso del enfrentamiento entre Roma y Cartago dependerán de ello. Tras el éxito de El heredero de Tartessos, Arturo Gonzalo Aizpiri vuelve a recrear el tiempo turbulento y apasionante en que los cartagineses dominaron el sur de la península Ibérica.