Muchos escritores han manifestado su amor por los diccionarios, y el ejemplo de Borges es paradigmático. Es un espacio riquísimo de novedad, de sabiduría, y de aventura provechosa cuando se ha alcanzado a atinar con el verdadero sentido de las palabras para poder hacer un uso inteligente y verdadero de ellas.
La torre de babel impresa es una torre desde la que se puede atisbar casi toda la realidad del mundo. Es casi una tentación subirse a ella, pues: para observar, para distinguir; también para guardar silencio ante nuestra insignificancia.
Cuando el diccionario, además, nos enseña el nacimiento no solo de las palabra, sino de sus significados –un ejercicio vinculante que es, también, historia y sociología, y religión y color…- resulta que estamos ante un descubrimiento originario que afecta, sin duda, a cuanto nos circunda; y a nosotros mismos.
En este libro he querido reparar, por ejemplo, en la palabra “badyo-“ como raíz genérica para designar el color amarillo o castaño, más he podido conocer a la vez que en irlandés antiguo ha dado la palabra ‘buide: amarillo’ En latín, sin embargo, es ‘badius: marrón castaño (aplic. a caballos), rojizo brillante’ En francés ‘bayart: bai: caballo bayo, tirando a moreno… Y en árabe ‘tihàl: polvo de carbón’ En eslavo ‘vranica: negro’. Un solo origen, distintas palabras para distintos colores (sin excluir una alusión explícita al caballo o al bazo) La misma raíz para retomar luego su distinta consolidación –según las lenguas- y un significado ampliado.
Y qué decir de la hermosa ‘wen-: desear, esforzrse. O ‘sker-: cortar. Los resultados de esta evolución de palabra y significado a lo largo de las lenguas es maravillosa, rica, sugerente y casi siempre poética.
El núcleo difusor procede de la lengua Proto-Indo-Europea, expandiéndose desde ahí al Balto eslavo, al Indo-iranio, al Anatolio y al Itálico; y el Helénico, el Albanés, el Germánico, el Latín… Las fronteras, en todos los sentidos, las han puesto los intereses de los hombres, por eso son artificiales. El Uno bíblico es quien mejor nos explica humana y culturalmente. Y este ejercicio a través del nacimiento y evolución de las palabras es un viaje tan sugerente como emocionante para demostrarlo.
Y sigue siendo válido, todavía, el conocido aserto: el lenguaje nace (y evoluciona, y se desarrolla) cada día. Y en ello cada uno de nosotros tenemos algo de protagonismo.
Una fascinante libro para cualquier ocasión.