Nos encontramos, al leer este relato, con que está impregnado de un fuerte romanticismo. Y nos diremos : ¿Henry James, …un romántico? James se caracteriza por un tipo de novela de corte psicológico, introspectivo, además de reflejar una preocupación por las diferencias y contrastes entre los europeos y los norteamericanos. Sin embargo, es este un relato romántico, con todos los ingredientes del romanticismo.
Pareja de diferente condición social enamorada, casamiento previsto para la dama con alguien “que le conviene” pero al que no desea, en fin…¿qué tiene de especial ? Cantidad de relatos y novelas han plasmado este tema como base narrativa.
Pues bien, el traductor, además de hacer un excelente trabajo con el texto escribe un posfacio en el que muy atinadamente analiza el relato y lo inserta en el conjunto de la obra jamesiana, sugiriendo ideas muy interesantes. Una de estas ideas es la de destacar el punto de vista narrativo. La otra es el tiempo dentro del tiempo en el que se enmarca la acción. Coincido con ambas.
Hay en el texto dos narradores, ambos en primera persona. El primero, muy breve, da paso al segundo y principal. A propósito de una pintura, el retrato de una dama de la familia Bergerac, que llama la atención del primer narrador, (amigo del segundo) un viejo Bergerac cuenta la historia de esa dama, su tía, y para ello se retrotrae a su infancia, ya que los sucesos que determinaron que finalmente la dama se marchase de la casa familiar ocurrieron durante la infancia del narrador.
En cuanto al tiempo, los sucesos narrados ocurren en Francia en el último tercio del siglo XVIII, bastante antes de la Revolución, si bien son narrados con bastante posterioridad, a la vejez del niño en la narración.
Y la narración toma la voz y la mirada de un niño, que comprende sólo a medias y que sólo muchos años después entenderá o tendrá una idea más ajustada de lo que realmente pasó. Pues el niño es testigo inocente de la génesis de un amor, así como de las convenciones sociales que hacían imposible que individuos pertenecientes a dos clases se unieran, y, por el contrario, las uniones se programaban según las conveniencias económicas y sociales, al margen de los sentimientos o los deseos de, mayormente, las mujeres. Dos hombres aspiran a una dama, su tía, Gabrielle, y cada uno proviene de clase opuesta. Las tensiones y emociones que conlleva esa situación, vistas por el pequeño “chevalier” y futuro señor de Bergerac, serán el nudo de esta historia.
En suma, la narración es fresca y amable, paseamos por los prados y jardines con los personajes, y somos asimismo testigo de un amor que parece imposible y cuyo final transcurre en los terribles días de la revolución. Hay varias alusiones que comparan un tiempo con el otro, ya que la tremenda convulsión revolucionaria hizo que hubiera un antes y un después en la historia, no sólo francesa, sino universal,
James ya había escrito y publicado otras narraciones cortas cuando escribió esta, en 1869, contando veintiséis años y coincidiendo con su primer viaje a Europa.