El santuario del diablo es una de las apuestas de Alevosía para estas navidades. Una obra que va más allá de la conocida novela negra nórdica adentrándose en el terror psicológico. Su autora ha pasado por Madrid y hemos tenido la oportunidad de conversar con ella sobre su obra.
Max está internado voluntariamente en una clínica ubicada en un valle dentro de los Alpes suizos. Daniel, su hermano gemelo, recibe una carta en la que le invita a visitarle, cosa a la que accede. El reencuentro de los hermanos será una buena oportunidad para recordar antiguas andanzas y pasar unos días juntos en un paraíso terrenal. Max está desintoxicándose en la clínica del estrés de su trabajo, pero le pide a Daniel que le suplante para poder solucionar un asunto que le llevará dos o tres días como mucho. Pasados unos días Max no vuelve, y será entonces cuando Daniel comprenda que su pesadilla acaba de empezar.
“En todas mis novelas los personajes se mueven en el límite entre la realidad y la irrealidad, y esa zona es algo que me interesa mucho explorar. En esta he querido crear una sensación claustrofobia, personajes encerrados en espacios reducidos, pasadizos, cuevas, etc. Son temas recurrentes para mí.”
Daniel puede ir a sus anchas por el valle, por el pueblo, pero nunca una sensación de libertad produjo tanta claustrofobia. Poco a poco descubrirá que el marco ideal que le había descrito su hermano no es tal como se han pintado. Además conocerá a otros habitantes y residentes con un extraño comportamiento que empieza a mostrar ciertos patrones. Sus obras como El santuario del diablo ¿son un mero entretenimiento o quiere lanzar algún mensaje? Preguntamos a la autora.
“Por supuesto, ante todo debe ser una lectura amena, pero me quedaría muy contenta si el lector se viese obligado a pensar en preguntas más profundas, si existe el libre albedrío, tenemos voluntad propia, etc.”
La lectura de este libro es absorbente, hace perder la noción del tiempo e invita a bebérselo todo de un tirón. ¿Cómo lo consigue?
“Creo que todo empieza por uno mismo, que lo cautive a uno como escritor, imágenes muy intensas que experimento, como es el valle de esta novela. Si es así solo se trata que comunicar la historia al lector.”
Un personaje agobiado que sufre en medio de un mundo idílico donde lo más temible son otros seres humanos. ¿No cree que ya hay demasiado terror en la vida cotidiana para mostrarnos otros?
“Sí, pero hay una diferencia fundamental, en la literatura es el escritor quien controla. Me gusta escribir sobre el terror pero controlado no como en la vida real”
¿Es el terror ajeno una forma de evasión de los miedos propios?
“Es una buena definición, creo que funciona así. Uno está tranquilo en casa, leyendo en su sillón, pero una vez que termina se siente seguro, arropado y tranquilo en su hogar.”
Creemos tener cierta idea del tipo de lector o lectora que disfrutará de sus libros pero preferimos cerciorarnos preguntándoselo.
“Cuando estoy de gira me encuentro con lectores, casi todas son mujeres de entre cincuenta a sesenta años y muy jóvenes, las intermedias no, quizás están demasiado ocupadas con sus familias.”
Se ha comparado este libro con obras de cine de Hitchcock o los maestros del suspense, ¿Quiénes son sus referencias dentro del cine y la literatura?
“Me gusta mucho el cine de los hermanos Coen y de Tarantino y también aquellas historias que al final no parecen ser como hemos creído, con giros como El show de Truman”
Véndanos su libro en dos o tres frases.
“Es una novela de suspense que engancha, que crea adicción con giros inesperados. Aparte he intentado plantear cuestiones más profundas que obligan al lector a reflexionar.”